Como es común en Murakami, una vez más el protagonista parece atrapado en su propio pasado, y la nostalgia surge casi como un personaje más que parece encarnar en las pieles de otros, como si el personaje principal creara su propio mundo a través de sus recuerdos, y en donde llega un punto en el que tanto él mismo como nosotros no encontramos respuestas de hasta dónde llega la realidad, o mejor dicho: ¿a qué lado del eslabón roto está la realidad?. No está demás decir la manera tan fantástica que tiene Murakami para narrar y lograr que los pequeños detalles y la simplicidad de la vida cotidiana tenga un atractivo fascinante y único. Además, como es costumbre, la música forma parte integral de la novela y aparece no sólo como decorativo o para estilizar las acciones, sino como algo indispensable en la historia misma. |