La cocinera de Castamar

Hay novelas que te atrapan sin remedio y, en unos segundos, te transportan a otra época, en la que te sientes tan vivo como sus personajes. Cada historia es un hilo del que deseamos tirar hasta descubrir, por completo, el lienzo, gigantesco, de la sociedad española del siglo XVIII. Pocos viajes me resultan tan apasionantes como estos, a través de los siglos, colándome entre las vidas de aquellos que bien pudieron gastar sus días en épocas remotas, pero a los que movían ideales que siguen plenamente vigentes, como el amor, la muerte, la venganza, el placer, el poder...

Clara es una joven de buena familia, que ha recibido una esmerada educación, ya que su padre era uno de los médicos más reputados de la capital. Desgraciadamente, su vida acomodada se ve truncada por la muerte de su progenitor, desde la que padece una particular afección, lo que no le impide ocupar un puesto en la cocina del Duque de Castamar. Este lleva una década apartado del mundo, desde la pérdida de su esposa en un accidente con su caballo. Poco a poco, a través de su comida, tan sensorial y evocadora, se irán estrechando lazos entre ella y el duque, quien comenzará a regalar a Clara una colección de libros de cocina, acompañados de una sucesión de notas intercambiadas.

A fuego lento, por tanto, se irá preparando una conspiración, la verdad sobre el accidente de Alba de Castamar y también se gestará el amor. Tanto entre nobles, como entre criados, permitiéndonos conocer las similitudes y diferencias entre 《los de arriba》 y 《los de abajo》, en una novela genial, de fácil lectura y exhaustiva documentación, como es La cocinera de Castamar (2019), de Fernando J. Múnez, adaptada recientemente en la serie de televisión del mismo título por @antena3com.
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