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Pues bien, en este libro tenemos a una buena muchacha de clase (super)alta que un buen día, o más bien mal día, decide que se va a pasar un añito entero durmiendo porque ya no puede más con tanta tristeza. Su hazaña la patrocinarán Valium, Trankimazin y demás somníferos del mercado. A ver cómo os explico que la idea de nuestra protagonista me parece buena sin que llaméis a vuestro psiquiátrico de confianza para que me encierren. En esta vida, hay días buenos y días de mierda. A veces los días de mierda se acumulan y terminan siendo una época de mierda. Pero la vida sigue, así que tú cargas con tu época de mierda y sigues zapateando la ciudad. ¿Se ha muerto un ser querido? Irrelevante, jovencita, la vida sigue. ¿Tu novio te ha dejado después de serte infiel con tu mejor amiga? A nadie le importa porque la vida sigue. ¿Estás tan triste que no tienes ganas de salir de la cama? ¡No seas perezosa y levántate que la vida no espera a nadie! Esta, nuestra querida sociedad, no nos da descanso ni siquiera para coger aire. Da igual la desgracia que te haya ocurrido, que no tendrás ningún derecho a pedir tiempo muerto. Seguimos y seguimos y seguimos aun cuando sabemos que no podemos seguir más y estiramos tanto el chicle que al final se termina rompiendo. A veces podemos recomponer el chicle, pero otras veces no. Sí, vale, la protagonista de este libro lo lleva a unos extremos casi cómicos, pero yo no creo que esté loca. Yo creo que los locos son los demás, los que no nos dejan parar cuando estamos mal. No quisiera terminar sin decirle a mi amiga Ottessa que he visto cómo se mofa de la homeopatía, las pseudociencias y otras estafas del montón. Te quiero y te respeto por ello, querida. |
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