Mi año de descanso y relajación

Creo que nunca había leído TAL GAMBERRADA de libro y que además fuese TAN autoconsciente de su macabra absurdidad. Otessa Moshfegh, hija de mi vida: o eres un genio o necesitas ayuda urgente. O ambas, que tampoco es que esté reñido.

En «Mi año de descanso y relajación», su propia protagonista nos narra cómo, harta de enfrentarse a los tejemanejes del mundo, decide pasarse un año hinchándose a drogas para dormir, a películas que ha visto mil veces y a cafés que están asquerosos. 

Y antes de que alguien pueda decir: “soy yo”. NO, NO ERES TÚ. Porque la Moshfegh nos ofrece un retrato psicológico interesantísimo de una persona que está tan sumamente desquiciada y es tan abiertamente cruel y desagradable que si te llegas a identificar con ella es preocupante. 

Esta es, por otra parte, una novela de sensaciones: la somnolencia, la angustia, el desagrado, la repugnancia. Nos planta en nuestras narices el cinismo de una sociedad de clase alta casi elevada al absurdo. Porque la existencia ES absurda. 

Y a raíz de todo esto nos planteamos la gran pregunta: ¿Qué hacemos con todo ese dolor que nos arroja el mundo? ¿Cómo nos enfrentamos a él?

No me confundáis: no esperéis una gran trama, porque es una novela repetitiva y en la que no pasa prácticamente nada. Por eso me parece fascinante cómo la autora ha conseguido engancharme tantísimo. Su pluma es sumamente carismática y hace de ésta una novela ácida, extraña, irreal, depresiva y con un punto de humor negro que hace que la ames o la odies.

Yo la he amado.