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Crítica de Noni


Noni
14 June 2023
A Jan Morris no le gustaba que le dijeran que era una escritora de libros de viajes y se entiende perfectamente al leerla. Trieste primero y Venecia ahora han sido los dos libros que he leído de la autora y, efectivamente, no escribe sobre el hecho de viajar a un lado u otro, escribe sobre lugares y sobre las personas que habitan en ellos.
Venecia está dividido en tres partes. El Pueblo, donde describe a sus habitantes: a los que la fundaron, la hicieron grande y la habitan en la actualidad con sus peculiares características. Hombres, mujeres, niños, ancianos y extranjeros pasan por la lupa irónica y exigente de Morris. Pero no solo habla de seres humanos, también son importantes sus gatos, sus pájaros, o ¡sus leones!. A continuación, La ciudad, la antigua, la que se considera a sí misma frontera entre Oriente y Occidente, con sus canales, sus infinitas calles, calles tan estrechas en las que apenas puedes girarte, el transporte, las casas, sus impresionantes mansiones y las casas humildes que aún existen, "Los edificios de Venecia son muy antiguos en su mayoría y algunos, decrépitos", porque la vejez acecha a la vieja dama como si de un ser humano se tratase y el tiempo, las estaciones pasan por los muros, los jardines (apenas valorados por los venecianos según dice), las fachadas de estuco, las macetas de flores, las jaulas de los canarios... "Venecia es una ciudad de temporada", vive de cara al turismo y éste llega cuando hace buen tiempo. Y por último, La Laguna, aquel lugar en el que los venecianos, los antiguos, se adentraron porque ofrecía refugio seguro. "Ningún enemigo ha logrado jamás tomar Venecia por asalto", una zona donde sólo llegan los turistas más osados, o menos exigentes pues además de lodo y niños que pescan cangrejos poco más brinda. Es la Venecia más auténtica, las antiguas aguas santas salpicadas de monasterios, la Venecia del Lido...
La Serenísima siempre ha ejercido un atractivo sorprendente, y desde siempre la han admirado, visitado, pintado, cantado y elogiado los más grandes: Goethe, Wagner, Thomas Mann, Rilke, Henry James, Proust, Dante, Ruskin, Shelley, Jean Cocteau, Turner, Durero, Manet... "Otras ciudades tienen admiradores, sólo Venecia tiene amantes", dijo un francés del siglo XIX. Hasta la misma autora en los años noventa, cuando realizaba la revisión de una nueva edición de la novela se preguntaba, "¿Me he vuelto a enamorar?" Algo debe tener la ciudad para que concite tanto amor (tanto odio) entre sus fervientes admiradores, perdón, amantes.
Jan Morris consigue hacer un retrato único de cada ciudad de la que escribe. ¿Con el único interés de incitar al lector a viajar? ¿O quizá por el placer de rememorar su estancia allí prolongando el éxtasis? Ni idea, pero lo que si consigue es que la lectura de sus libros sea una delicia.

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