Un Mar Sin Estrellas 

Nos encontramos con Zachary Ezra Rawlins (pongo el nombre entero porque lo repiten mucho a lo largo del libro y me hace gracia), un universitario normal que está estudiando un grado en videojuegos. Su vida es anodina y carente de emociones hasta que un día, por pura casualidad y por medio del azar, encuentra en la biblioteca un ejemplar muy antiguo de un libro titulado Dulces penas. Este libro no aparece en los archivos de la biblioteca, como si nunca hubiera existido y hubiera llegado hasta allí sin que nadie tuviera conocimiento de ello. Parece pertenecer a una colección más extensa donada por la Fundación Keanting, una fundación desconocida de la que nadie parece tener constancia. Atraído por todo el misterio que rodea al libro, Zachary decide cogerlo prestado y llevárselo a casa. Cuando empieza a leerlo, a parte de una serie de cuentos muy interesantes y que le enganchan a la primera, se da cuenta de que una de las historias habla de él, de una experiencia que tuvo de niño. Cuando iba al colegio, de camino a casa se encontró una puerta pintada en la pared. Se sintió atraído de inmediato por ella y, al acercarse, casi pudo sentir que podía abrirla, que si estiraba el brazo y giraba el manillar, podría entrar dentro. Sin embargo, nunca llegó a hacerlo. Y en ese momento, gracias a Dulces penas, descubrió que no había sido una ilusión, que realmente podría haber abierto la puerta y haber entrado en un mundo nuevo conocido como el Mar sin Estrellas.


Impulsado por la curiosidad de saber por qué su historia está escrita en aquellas páginas, en un libro tan viejo y que nada tiene que ver con él, comienza a investigar sus orígenes. Guiado por una espada, una abeja y una llave impresas en el libro, se encuentra con dos misteriosos personajes que, sin saberlo, harán que su vida cambie para siempre. Mirabel y Dorian le introducirán en una sociedad secreta que se encarga de susurrar historias y de custodiar una inmensa y misteriosa biblioteca, oculta bajo tierra. Un lugar mágico, onírico y de ensueño donde las historias se crean y se transforman. Mientras unos darían lo que fuera por protegerlo y cuidarlo, otros tan solo desean destruirlo para que nadie más pueda acceder a él.

La historia que nos trae de nuevo Morgestern solo se puede definir como "onírica". Tanto la trama como, sobre todo, sus descripciones, parecen sacadas de un cuento de hadas. La autora nos presenta el denominado Mar sin Estrellas, un complejo mundo subterráneo compuesto por numerosos túneles, galerías y estancias, todas ellas repletas de libros y más libros. Vaya, una fantasía de lugar al que todo lector querría ir. al mismo tiempo, es un sitio un tanto tétrico, sobre todo porque siempre está en penumbra y está lleno de gatos, que te pueden dar un buen susto en cualquier momento. Ese lugar tiempo atrás fue grandioso, lleno de acólitos y guardianes que se dedicaban a custodiar las historias que allí se encerraban. Pero, en la actualidad, se encuentra prácticamente desierto, con apenas un par de personas más a parte de Zachary. Vamos descubriendo lo que sucedió en aquel magnífico lugar a través de pequeños relatos que se entremezclan con el argumento principal y que, aunque al principio puedan parecer aleatorios y que no tienen ningún tipo de conexión entre ellos o con la trama, lo cierto es que la autora no da puntada sin hilo y todo está entrelazado de algún modo. El mundo que ha creado Morgestern es extremadamente complejo y tan misterioso que el lector se encuentra como Zachary, constantemente perdido. Según vamos leyendo, van surgiendo muchísimas preguntas cuya respuesta obtenemos a base de acertijos o intercalada con otras historias, si es que la obtenemos. Esto hace que la lectura pueda ser bastante pesada, porque es una novela que deja más incógnitas que otra cosa.

Debido a esto, es un libro que no puedes leer de una manera relajada. Constantemente tienes que estar atento a la trama, a cada palabra y a cada frase porque, si te pierdes algo o si lees algo sin prestar la suficiente atención, puedes perder información importante y que va a ser relevante conforme avances. Además, tampoco puedes leerlo dejando varios días entre una lectura y otra porque corres el riesgo de olvidar detalles que, aunque para ti como lector son insignificantes, al final terminan siendo cruciales. Eso es algo que no me gustó del libro, puesto que era tan denso que era incapaz de leer todos los días; necesitaba descanso entre una tanda de lectura y otra. Eso hacía que, cuando lo retomaba, a veces me sintiera un poco perdida en lo que estaba leyendo, como si hubiera perdido mucha información por el camino, a pesar de que había estado concentrada en mi lectura. Esta, digamos, sensación de estar perdida se subsanaba enseguida, pero me resultaba muy molesto que fuera una constante en mi experiencia de lectura. La historia que nos presenta esta novela es tan compleja que, como he dicho, debes volcar en sus páginas toda tu concentración, lo que hacía que me resultara muy difícil engancharme, debido a todo el esfuerzo mental que debía poner en la lectura. A la larga, terminabas agotado solamente de intentar comprender qué narices estaba sucediendo y cómo podías encajar los cabos sueltos que la autora te iba lanzando.

Además, los constantes giros y cambios en la historia hacen que llegue un momento en el que no sabes ni en qué punto estás ni cómo ha ido transformándose la información que ya tenías según los nuevos datos que van viendo la luz. Si este mundo onírico y libresco que nos presenta la autora es confuso de por sí, imaginaos eso mezclado con otras historias plagadas de metáforas con sus propias tramas y revelaciones impactantes prácticamente en cada capítulo. Es un libro que, o disfrutas mucho, o te produce casi estrés, porque quieres comprenderlo todo, porque todo es importante, pero sientes que no llegas, que eres incapaz de retener la mitad de la información, que te has perdido en el quinto giro de los acontecimientos, y te produce más frustración que otra cosa, por lo menos en mi caso.

La trama es extremadamente original e interesante, pero, como veis, es terriblemente densa. Además de eso, es muy lenta porque, aunque en cada capítulo están sucediendo cosas, son cosas que realmente no afectan a la trama principal, o le afectan muy poco, por lo que tienes la constante sensación de que no estás avanzando, de que te has quedado atascado, aumentando mi nivel de frustración y desazón por momentos. Es muy difícil de explicar las sensaciones que me produjo este libro porque, en sí, es un libro muy complicado de describir.

Otra cosa que me puso de mal humor es el protagonista, Zachary. Se ve envuelto en un mundo completamente nuevo para él, plagado de magia y misterios y, aun así, aunque se dedica a investigar, siento que no lo hace lo suficiente. Si yo estuviera en su lugar, tendría mil preguntas y un montón de curiosidad no solo por el lugar, sino por lo que sucedió allí y por si es cierto lo que las historias cuentan de él. Sin embargo, me ha parecido un personaje bastante pasivo que se limitaba a aceptar lo que sucedía a su alrededor sin más, investigando solo aquellos fenómenos que le concernían directamente. Eso no es creíble porque cualquier persona con dos dedos de frente habría cogido al Cuidador por banda (el hombre que cuidaba de aquel lugar, como su propio nombre indica) y le habría hecho un interrogatorio o, al menos, le habría sacado toda la información posible. Y lo mismo con Mirabel y Dorian. Pero Zachary tan solo se limita a ingerir la información que recibe con cuentagotas y a explorar un poco por su cuenta. Esto me hervía la sangre porque como lectora tenía muchas preguntas y muchas cosas que quería saber de aquel lugar y satisfacer mi curiosidad habría sido tan fácil como Zachary preguntando a la gente que le había llevado allí. Una cosa es que el lector no tenga respuestas porque el protagonista o el narrador no las conoce y no tiene forma de conocerlas, y otra cosa es porque el protagonista no tenga sangre en las venas. A parte de eso, la poca información que vamos obteniendo tampoco despeja del todos nuestras dudas, porque es una información críptica o metafórica, con lo cual, tienes que darle unas cuantas vueltas para entender qué es lo que está sucediendo.

Respecto a Mirabel y Dorian, sus historias, sus acciones y cómo han llegado hasta dónde han llegado son, al menos para mí, tremendamente confusas, por lo que no hay mucho que pueda opinar de ellos. Ni siquiera he terminado de captar sus personalidades ni cogerles el punto, por lo que no puedo decir que me hayan resultado indiferentes, pero tampoco puedo asegurar que me hayan caído bien.

La ambientación me ha parecido espectacular (como ya he dicho, es el sueño de todo lector encontrar un lugar como ese), pero es un libro tan denso que se me ha hecho muy cuesta arriba. Y el hecho de que tengas que estar prestando una atención constante para poder seguir el hilo y que la historia no fluya con facilidad, solo hace la sensación de pesadez más acuciante. Además, tampoco es que sea precisamente corto. Son más de quinientas páginas y por lo menos hasta más allá de la página trescientas no empiezan a ocurrir cosas verdaderamente interesantes.

En cuanto al final... Yo tenía la esperanza de que conforme me acercara al final, todos los misterios y las cosas "raras" que estaban sucediendo tuvieran por fin sentido. Que la autora se dejara de metáforas y resolviera todas las dudas con claridad, vaya. Qué ingenua. El final me dejó aún más confusa, si cabe. Incluso aunque Un mar sin estrellas sigue la estela de El circo de la noche, con esa novela no me sentí tan perdida y pude disfrutarla más porque, a pesar de las cosas inexplicables que sucedían, no era tan confusa ni tan liosa como esta.

Un mar sin estrellas es un libro que puede definirse como confuso de principio a fin. La ambientación me ha encantado y la historia es de lo más original, pero está tan plagada de metáforas, relatos, magia y acertijos que he sido incapaz de disfrutarla como merecía. Me ha causado agotamiento mental de tanto tener que centrarme en lo que estaba leyendo y, al final, siento que no me ha servido para nada porque he mantenido esa confusión incluso después de cerrar el libro. Siento que es una buena historia, pero que, simplemente, no está hecha para mí. Que quizá debería haberla leído con otra actitud y que debería haberme esforzado más para comprenderla y así haberle sacado un verdadero partido al mundo que ha construido la autora. Por lo tanto, no creo que esta novela sea mala, sino que tan solo no he sabido estar a la altura de las circunstancias ni he sabido mantener el nivel que la narración me exigía.



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