Niadela

El tiempo es benévolo cuando está por llegar, injusto cuando pasa; entre medias se lo ignora, y cuando ya no disponemos de él, es cuando maldecimos por habernos olvidado.

Rodeada de naturaleza he aprendido a entender su lenguaje.

He aprendido que la vida es un constante tanteo, no debe haber certidumbre en ella, pues si perdiera su esencia inestable no habría vida, sino hábito.

Si nos deshacemos de los dragones, nos deshacemos también de los héroes, y hoy estamos más necesitados de héroes que nunca.

No utilizaré la palabra como bala, sino el silencio como arma.

La soledad lo tiene todo, está llena, solo que a veces rebosa con pensamientos dramáticos.

Todo lo que necesito está aquí, y necesito mucho menos de lo que pensaba.

Te quiero, Niadela, mi bella tierra. Y, sin embargo, sé que soy parásito que te abusa, te debilita, te corrompe, te envenena.

Falta preguntarse qué sería más efectivo para impedir que algún día muramos de sed, ¿tener fe o cuidar el agua que nos queda?

En el fondo, todos somos iguales, animales para los que el tamaño de la vida se reduce a volver a los mismos lugares.