Lo que el viento se llevó

Si lees este libro tras haber visto la película, es imposible no poner cara a los protagonistas mientras estás leyendo. Rhett Butler siempre será Clark Gable; Scarlett O'Hara, Vivien Leigh; así como el resto de actores que representaron a Mamita, Melanie, Ashley Wilkes o Gerald O'Hara.

Ambientada en el estado sureño de Georgia, la historia arranca en 1861, apenas unos días antes del inicio de la guerra de secesión norteamericana, con una jovencísima Scarlett amante de las fiestas y que solo busca ser el centro de atención, sobre todo de los jóvenes muchachos de la alta sociedad a la que pertenece, propietarios de las plantaciones de algodón. A partir de aquí, siguiendo el orden cronológico de los acontecimientos, la autora nos narra todas las vicisitudes por las que tuvieron que pasar los protagonistas, terminando la historia en el año 1873.

¿Y qué tenemos? Pues un gran melodrama, con una gran historia de amor. Una novela histórica, que nos da a conocer la guerra de secesión desde el punto de vista de los estados secesionistas. Una novela costumbrista que nos muestra la forma de vida de las familias del sur de Estados Unidos. Y en medio de todo a la principal protagonista, Scarlett O'Hara, una mujer frívola, egoísta, orgullosa, y aunque sus métodos y falta de ética para salir adelante dejan mucho que desear, es la representación misma de la fuerza y la valentía en una mujer, capaz de resurgir de las cenizas las veces que haga falta, valentía que cobra fuerza si tenemos en cuenta la época sobre la que estamos hablando.

Pero si Scarlett no es la típica dama sureña, Rhett Butler tampoco es el caballero que la sociedad requiere que sea. Están hechos el uno para el otro, y a lo largo de toda la historia quieres matar a Scarlett por no ser capaz de verlo 😅

Mención aparte merece el tema de la esclavitud, por la controversia que genera este libro tantos años después de su publicación (1936). Sí, ahora se tilda a este libro de racista. Y lo es, no hay ninguna duda, ofrece una visión idílica de la esclavitud. Pero estamos leyendo la visión que tenía la autora de la sociedad sureña, sus tradiciones y costumbres, seguramente a través de las narraciones que le llegaron de su familia. Y hoy en día hay una tendencia a censurar todo lo que alguien decide que es políticamente incorrecto. Y con esto cuestionan la inteligencia de los lectores. Porque… señores censores, somos perfectamente capaces de contextualizar una historia, de analizarla, de ver lo que suena irreal. No podemos, ni debemos, borrar lo que está escrito. Todo nos enseña algo, sobre otras épocas, otras costumbres y otra forma de vida, que no olvidemos que existieron. Y lo leemos desde el punto de vista de alguien. Si suena idílico, somos capaces de ver que está idealizado, y tenemos más libros para leer la historia desde otro punto de vista.

No puedo olvidarme de mencionar el final, épico e inolvidable, que me hizo llorar a mares.

Clásico totalmente recomendable.