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Con una prosa adictiva, directa y a la vez muy elaborada, la autora nos guía a través de la voz de Helena de Esparta por su vida, respondiendo a la pregunta de Menelao de porqué se fugó con Paris. Aunque responde a Menelao nos hace al lector circunstancial participe de esta explicación. Helena nos transmite su ansias de libertad, y de decidir por ella misma su destino, el derecho de todo ser para equivocarse y así aprender, y el convencimiento de que los años a veces no hace al ser humano más sabio, todo ello en un mundo en el que ser mujer y tener esas aspiraciones era complicado. Quería ser protagonista por lo que hacía, no por lo que era. Pasar a la posteridad no solo por su belleza, si no por sus hechos. Buscaba la aprobación de las mujeres troyanas porque eran aparentemente más libres que ella. Ansiaba tener voluntad propia pero tenía miedo a no ser aceptada por los demás. Tenía en mente que Helena de Esparta era un personaje difuso y fallido, como ella se definía, ese que nos transmite la Iliada. Pero en este libro se le da la oportunidad de expresarse y contarnos sus motivos. Ella siempre había ansiado ser oída, pero no la tenían en cuenta. Gracias a este libro te sentarás a escucharla y verás en ella sabiduría. Se dejó llevar por las convenciones aunque ella no naciera para ello, nació para ser excepcional, y por eso se preguntaba así misma porqué se casó con alguien como Menelao, que no tenía personalidad y se dejaba moldear, ¿quizás por eso le atraía? y ¿porqué se fugó con París que ni siquiera le atraía? una mujer llena de contradicciones que la autora a través de las páginas nos va haciendo más definida y excepcional. Los hombres aquí son meros figurantes, y aunque muchos de ello son el motivo principal de sus heridas no se les da nada más que el papel circunstancial que tienen, todo el foco se centra en Helena y las mujeres que la rodearon en su vida. Indispensable, no dejes de leerlo. |
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