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Crítica de Beatriz_Villarino


Beatriz_Villarino
17 November 2019
A principios del siglo XX, Pío Baroja escribió una trilogía: La lucha por la vida, donde expone, entre realidad y ficción, las andanzas de Manuel Alcázar, un personaje apático que intenta encauzar su vida en el marco cambiante de la política española.

Ahora, a principios del XXI, Eduardo Mendoza, extrae algunas citas de la obra del noventayochista para ilustrar las peripecias de Rufo Batalla, personaje que, haciendo honor a su nombre está en constante movimiento aunque paradójicamente no sea amigo de aventuras.

El negociado del yin y el yang es la segunda parte de la trilogía, encabezada por El rey recibe, que trata momentos definitivos sociopolíticos del siglo XX. El protagonista es el mismo que ocupó las páginas de la primera parte, Rufo Batalla, y continúa sus relaciones (impuestas por las circunstancias) con el príncipe Tuukulo quien, en su intento de recuperar su reino, absorbido por la URSS, lo envía a Oriente para que negocie en su nombre con Tuam Patam, quien está al mando de Ju Ju Island, paraíso fiscal de cuantiosas divisas que, los nuevos empresarios de la reciente democracia española, derivan allí. A cambio de sus servicios, Rufo recibirá una importante suma que quedará blanqueada en el momento en el que él le dé curso legal desde su banco.

Curiosamente Rufo Batalla no es consciente de su cometido hasta que los hechos no van sucediéndose. Se va enterando de lo ocurrido paso a paso. El príncipe le advirtió que era mejor su ignorancia en el asunto y a Rufo le resultó más cómodo dejarse llevar, porque, en realidad, tampoco se sentía a gusto donde estaba ni con lo que hacía.

Nuestro protagonista es un exiliado forzoso en Nueva York, que en los 70, y con motivo de la muerte de su padre, vuelve a España, donde tiene ocasión de acudir a una fiesta en casa de un representante de Naciones Unidas. Allí se cerciora de la falta de entusiasmo, escasez de opinión y de la soledad que se respira en un país dictatorial «Me respondió que en realidad defendían los intereses de su país y de sus compatriotas, fuera cual fuera el gobierno de turno», así que regresa a Nueva York. A la muerte de Franco, en 1975, se plantea volver a su Barcelona natal, viaje que pospone para aceptar el encargo de Tuukulo; se da cuenta de que su juventud ha sufrido un vuelco en Estados Unidos, hasta el punto de que no se siente parte de ningún lugar, tiene miedo de encontrarse cara a cara con el país atrasado y cerrado que dejó atrás, y miedo de quedarse en un lugar donde no se siente del todo parte real, así que vuela a Tokio con la misión de entregar una carta.

De Tokio viaja a Bangkok y de allí a la isla Ju Ju Island; a la vuelta es apresado por unos piratas que confundidos por su identidad, creían que era el príncipe, pretenden sacar beneficios. Rescatado por Norito, su acompañante en Tokio, puede regresar a Barcelona, donde lo defrauda un país no tan moderno y libre como esperaba. Tras muchos sinsabores consigue un trabajo, la recompensa por la misión llevada a cabo para Tuukulo y una sorpresa con la que no contaba y que nos hace esperar, impacientes, la siguiente entrega de la trilogía Las tres leyes del movimiento.

Eduardo Mendoza hace referencia, en esta novela, a cómo podemos aunar las fuerzas del universo, responsables de que encontremos un equilibrio entre lo que nos ata a la tierra, el concepto femenino del yin, y lo que nos fuerza al movimiento, concepto masculino del yang.

Curiosamente Rufo Batalla representa el yin a su pesar, puesto que él, pasivo por naturaleza y conformista, no se siente llamado a echar raíces en ningún sitio, pero tampoco busca el cambio. Serán las mujeres con las que se relaciona quienes, como el yang que le da el equilibrio, vayan abriendo un resquicio de luz en su vida. Su hermana Anamari lo fuerza a viajar a Alemania, para que pueda conocer mejor a su hermano, y de esta forma a sí mismo, mientras le busca desesperadamente un trabajo en España que solucione sus problemas. Su madre le aporta la casa familiar para que resida normalmente en Barcelona. Por otro lado, la esposa del príncipe, Quenn Isabella, en realidad Mónica Coover, la sobrina de la abadesa, Mme Kwank, Norito, y la propia Caroll, son quienes lo buscan, deciden tener sexo y sacarlo de cualquier apuro,

…oí la voz de Norito […]
—¿Cómo has llegado hasta aquí?
—Nadando
¿Para qué?
—Vaya pregunta. Para sacarte de este enredo

Si el planteamiento del autor entre el yin y el yang es original, también lo es la construcción que realiza de la ciudad a partir de focalizar la atención en el protagonista. El espacio adquiere, junto a Rufo Batalla, la categoría de personaje, hasta el punto de que empatizamos con la ciudad acogedora y moderna de Nueva York, con la llamada de auxilio que nos llega de Oriente Medio y con el rechazo que le supone a Rufo su propio país, al que no ve avanzar, «Reconozco que mi queja es estúpida. Estamos rodeados de dolor, de violencia gratuita. al enfermo y a la víctima no se les brinda la posibilidad de quejarse, porque no hay alternativa a su infortunio. La queja surge cuando hay alternativa y reflexión: una infrecuente conjunción de lujos».

Y lo más relevante es que este espacio-personaje perteneciente a un tiempo anterior, ilustra en todo momento el presente ¿Cómo es posible que no aprovechemos las alternativas?

Mendoza consigue literaturizar las ciudades mediante el contraste entre lujo y abandono, o con una parodia de las circunstancias propias del lugar «Enmarcada entre una espaciosa franja de mar y una suave y diminuta cordillera, Barcelona viene definida por sus límites. Por esa causa el barcelonés vive encajonado y, aunque finge ignorar su discapacidad, por más que se apresure, nunca saldrá del corto perímetro de su demarcación». Asimismo une la documentación de los hechos reales que reconstruyen una época, con una descripción subjetiva del espacio, donde representa los sucesos históricos que le sirven para profundizar en lo problemático, «En aquella época y a nivel simbólico, todo barcelonés se identificaba en su fuero interno con el más estrafalario de sus habitantes: un gorila albino apodado sin ingenio Copito de Nieve […] atracción única en el mundo por la que nadie sentía piedad, quizá porque él nunca esbozó un ademán que la inspirara».

El estilo cervantista de Mendoza también aparece en El negociado del yin y el yang; Rufo Batalla actúa sin saber qué va a hacer ni cuáles serán las consecuencias; ante unos personajes es Rufo pero ante otros es el príncipe Tuukulo, alguien desubicado por completo de la realidad para poder ofrecernos, con el característico humor mendoziano, otra deformada, absurda, «Me encontré en la cubierta de un barco bastante grande rodeado de individuos de tez oscura, con pinta de antropófagos. Uno de ellos se plantó delante de mí y pronunció unas frases guturales en un idioma desconocido. le pregunté si hablaba inglés. Emitió un gruñido».

Una realidad que intuimos verdadera, pues los sentimientos que afloran convierten a las conclusiones en universales al estar asentadas en un tiempo anterior, profético. Una realidad pretérita que refleja de forma desconcertante la actualidad. Excelente novela, y valiente, que, como su autor, conjuga a la perfección el yin y el yang.
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