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«Cada corazón, un umbral» narra la historia de Nancy, una joven recién llegada la Escuela Eleanor West para Niños Descarriados. Allí conviven distintos jóvenes que en algún momento de su vida han encontrado puertas a otros mundos, experiencia que comparte Nancy. A pesar de ser una premisa ya vista en otras ocasiones, McGuire le da un enfoque nuevo que, aunque pueda no saciar del todo la curiosidad de algunas personas, a mí personalmente me ha gustado. En este libro, nosotros como lectores no cruzamos las puertas. No vemos esos mundos maravillosos de los que se nos habla, sino que los conocemos solo a través de los testimonios de los distintos personajes. Es por esto que el peso de la novela recae precisamente en ellos y no tanto en la trama o su contexto. La autora crea personajes complejos y atrayentes, cada uno con su propia historia y experiencia en sus mundos y todos funcionan como representación de distintos colectivos (con mayor o menor tino) Así pues, estamos ante una novela de fantasía, pero la aparición del cuerpo sin vida de una alumna de la escuela pronto introduce un elemento de misterio basado en la investigación de los sucesos. Esta subtrama me ha parecido interesante y útil para mantener la atención en la historia, pero es cierto que sirve más como excusa para profundizar en los personajes más que como un hilo conductor que lleve a alguna parte. Lo que más he disfrutado es la prosa de McGuire, evocadora y poética, sumergiendo al lector en un mundo de maravillas, pero también lleno de oscuridad. Destaca asimismo cómo la historia invita a reflexionar sobre la naturaleza de la identidad, el hogar y la aceptación de uno mismo. |
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