Betty

Betty
Capítulo uno

No sé si todos los libros deberían empezar así, pero lo que sí sé es que esta historia debía escribirse. La vida sería mucho más triste si ella no existiera. Esa vida en la que no todo es justo, en la que casi nada es fácil.
Días y más días sin nada más que hacer que tratar de entender por qué tu hermano pequeño siempre lucha contra demonios.
Noches de canciones tristes que nadie se para a escuchar a pesar de ser un grito silencioso escondido entre los dientes de león.
Mañanas en las que el sol se cuela por la ventana incidiendo en los ojos ilusionados que, poco a poco, se apagarán.
Veranos de calor pegajoso en los que añorar unas alas para tener una mejor perspectiva.
Madrugadas cuajadas de estrellas que contar.
La tierra sirve para alimentar a una familia. También para sepultar en ella todo lo que nos dijeron que debíamos callar. Pero mientras exista un alma buena que trabaje para seguir alimentando sueños, la tierra dará paso al cielo, éste encenderá sus luces y comprenderás que lo mejor que te puede legar un hombre no es un apellido, ni su sangre cheroqui, ni siquiera un pedazo de cristal en el que albergar su recuerdo. Lo mejor que puedes heredar de un padre es una historia bonita que nazca directamente de su corazón.