Una historia dura, durísima, redactada con la prosa escueta de Cormac McCarthy. Un padre e hijo sin nombrar recorren un paisaje calcinado por un holocausto nuclear. No hay barras de diálogo, una marca típica del autor, y nos enteramos de lo sucedido a través de flashbacks, apenas cuentagotas porque el verdadero motivo de la novela no es explicarnos el holocausto, sino indagar en qué sucede después. ¿Cómo seguimos cuando no hay motivo para seguir? Excelente, pero no se recomienda leerla un día que uno esté deprimido.
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