«ESPLENDOR», DE MARGARET MAZZANTINI Guido y Constantino se conocen desde niños. Guido es hijo único en una familia adinerada, culta y excéntrica en la Roma de mediados del s. XX. Constantino es, simplemente, el hijo del portero. Pecisamente este detalle («Era el hijo del portero») es el elegido por Margaret Mazzantini para arrancar esta «Esplendor» (Seix Barral, 2016), advirtiéndonos, ya desde el principio, de la pertenencia de ambos a mundos diferentes, de su condición de seres avocados al desencuentro. Sin embargo, pese a esta circunstancia, la atracción que pronto surge entre ellos les llevará a lo largo de los años a lanzarse una y otra vez como olas sobre la orilla del otro, con consecuencias a veces terribles, pero a veces, también, llenas de ese esplendor que da título a la novela. Parafraseando a Belén Esteban pero a la inversa podemos afirmar que «Esplendor» SÍ es una historia de amor. De amor con mayúsculas, además. Mazzantini logra presentárnosla en toda su dimensión a través de un retrato minucioso, perfectamente elaborado, que recorre varias décadas de la vida de sus protagonistas, yendo desde el amor adolescente al de la madurez. Lo hace con un lirismo sin excesos, deteniéndose en lo sentimental pero sin eludir lo físico, dibujando la evolución psicológica de sus personajes, pero también la de sus cuerpos, logrando de este modo un retrato tan complejo y verosímil que cuesta creer que no estemos ante una autobiografía novelada. Esta lectura fue una recomendación de Francisco Javier Olivas y solo puedo agradecérselo. El ejemplar que yo he leído es ya de mi querida Bely García Isla como agradecimiento por un maravilloso y sanador fin de semana en el campo, porque este es uno de esos libros que, en cuanto uno lo cierra, sabe que lo va a regalar muchas veces, que lo va a querer compartir siempre. + Leer más |