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Como he disfrutado está lectura. Es uno de esos libros que sabes que existe y nunca te decides a leerlo. Pero cuando de verdad te pones con él y al acabarlo, te sientes vacía. La historia es sencilla, una muchacha joven conoce a un viudo millonario. Pasan unos pocos días juntos, increíblemente se enamoran, se casan repentinamente y vuelven al hogar de éste. Un caserón increible llamado Manderley y nuestra protagonista pasa a ser la señora de Winter. Pero ¿qué es lo que está novela hace que enganche? Nuestra protagonista, sustituye a la antigua señora de Winter, la cual murió ahogada. No sólo se siente insegura en un mundo que le viene grande, si no, que en cada rincón, en cada detalle de la casa, la presencia de Rebeca sigue presente. Nuestra protagonista se siente perdida e incapaz de llevar la situación. Me encanta como juega la autora tanto con la protagonista como con el lector. La protagonista no tiene nombre, me parece fascinante, porque la hace de menos en todo momento. Rebeca siempre está presente, impone en todo momento sin estar en la casa. Pero siempre está. En cada lugar, en cada historia, en cada recuerdo, en boca de todos. Esto nos hace pensar, ¿Podemos crear nuestros propios fantasmas.? Está historia es fascinante. La manera cómo está escrito hace que te metas de lleno en la historia. Empatizas totalmente con la protagonista. A veces es algo pava, hay que decirlo pero es la gracia de la novela y ves su evolución. Ayer vi la versión cinematográfica de Hitchcock, y tengo que reconocer que está muy lograda la sensación de incomodidad a lo largo de la historia, pero en este caso el libro te atrapa más. |
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