Jacob: El trabajador de la noche

En este cómic dedicado al movimiento anarquista en Francia y más concretamente a la vida de Marius Jacob, nos encontramos un relato desarrollado de manera ágil y amena en un formato fácil de leer, con un guión (el guión es de Matz) sencillo y centrándose en los momentos más significativos de la vida del personaje y unos dibujos de Leonard Chimeneau que destacaría por su calidad y plasticidad. Encuentro interesante y efectivo en algunas páginas el cambio de formato y variar el tamaño de las viñetas para resaltar alguna acción o darle mayor dinamismo.

Marius comenzó a trabajar a la edad de 12 años desarrollando duros trabajos en varios barcos. Tras alguna experiencia negativa, acabó formando parte de la tripulación de un barco pirata dedicado a saquear otras naves de manera cruel.

Tras estas duras experiencias, desencantado y enfermo regresó a tierra firme, donde realizó trabajos como ayudante de tipógrafo. A partir de ese momento empezó a conocer y a asistir a reuniones del movimiento anarquista, pasando con el tiempo a tomar parte de pequeños robos con el fin de atentar contra el sistema establecido y las clases "favorecidas". Entre sus principales objetivos figuraban empresarios, jueces, militares y el clero pero respetando a los considerados trabajadores útiles : arquitectos, médicos, artistas... aunque tuvieran un importante patrimonio.

Se le considera una persona fiel a sus principios e ideales aunque con el paso del tiempo se mostró desengañado por las continuas luchas entre diferentes facciones y por la corrupción y barbarie que observó en todas las capas de la sociedad. Tenía como objetivo rebelarse contra el modelo social y político de su época, se especializó en organizar robos con gran pericia y efectividad y aunque renegaba del uso de la violencia, no descartaba hacer uso de ella en caso de estar en peligro su vida o en caso de huida. Se conoció como los trabajadores de la noche la banda que reunió y organizó especializada en selectivos golpes.

Señalar que estuvo en España en 1936, pero no tardo en regresar a Francia al constatar el poco entendimiento entre las diferentes organizaciones anarquistas, comunistas y socialistas.

Hay quien ve una inspiración en él del personaje de Arsene Lupin, por los originales y efectivos métodos empleados y por dejar en muchos casos como firma unas tarjetas cargadas de ironía, aunque el autor de Lupin (Maurice Leblanc) siempre lo negó.

Recomiendo este cómic a los amantes del género y a quién quiera conocer de manera rápida y a modo de breves pinceladas la vida de Marius Jacob y de las condiciones sociales y laborales a finales del siglo IXX, primeros del XX. al final del libro hay un epílogo, por parte de Matz, bastante útil que bien pudiera ir haciendo funciones de prólogo para situar el momento histórico y al personaje. El diseño y la encuadernación son magníficos y es un buen trabajo de la editorial txalaparta. En caso de querer profundizar se debería recurrir a biografías o libros más detallados sobre la figura de Marius Jacob, lo que aquí se ofrece es más bien una versión breve, ágil y amena de unos hechos acontecidos en unos tiempos cargados de crispación, explotación, miseria y previos a importantes confrontaciones sociales y militares.

Gracias a la editorial Txalaparta y a Masa Crítica, he podido disfrutar de este cómic, que nos narra, con guión de Matz, de manera sencilla y concisa y con ilustraciones de Léonard Chemineau, llenas de fuerza, detalle, dinamismo y crudeza, la vida de Alexandre Marius Jacob, desde los once años, hasta su muerte.

Alexandre Jacob vivió un cambio de siglo, durante la Tercera República, la revolución industrial, donde adultos y niños trabajaban turnos de más de diez horas diarias, seis días a la semana, por un salario ínfimo que no cubría ni sus necesidades más básicas, una época donde la muerte de hambre y enfermedad llamaba a las puertas de París. Una época convulsa, donde el asesinato, los atentados y las revoluciones se sucedían sin tregua y el poder judicial era elegido a dedo y por tanto dictaban sentencias con puño de hierro contra quienes se mostraban contestatarios o alborotadores y cuya pena la mayoría de las veces era trabajos forzados de por vida.

Y es en este contexto donde vamos conociendo a Alexandre Jacob, un muchacho inteligente, que sin embargo, abandonó la escuela y que bajo la idea romántica de surcar los mares, como si fuese a vivir una novela de Julio Verne, se embarcó por primera vez a los once años. Pronto comprendió que la realidad era muy diferente de las novelas y tras varios viajes, terminó desertando, lo que le valió su primer juicio a la edad de trece años. Durante los siguientes años, siguió trabajando como grumete y estudió, pese a todo aún no había perdido la ilusión de llegar a convertirse en uno de aquellos capitanes a los que respetaba, pero cuando cayó enfermo, sus sueños se desmoronaron y tubo que abandonar su sueño, tan solo tenía 17 años. Luego llegaron la asociación con grupos anarquistas, la prisión, la pérdida una y otra vez de los trabajos que conseguía, terminó formando una banda de ladrones, que asoló el país de norte a sur, incluso llegó a estar en España. Luego llegó su captura y posterior condena a trabajos forzosos en la Guayana. Un hombre que durante toda su vida intentó cambiar el sino para el que estaba predestinado, con unas aptitudes que de haber tenido más oportunidades, le habrían brindado otro porvenir, pero que no se resignó y trasgredió la ley para conseguir aquello que deseaba. Vivió bajo sus propias normas hasta su muerte. Compartió su vida con Rose y tras la muerte de esta, con Paulette. En su vida, su madre, Marie Jacob, fue siempre una constante, la roca que lo mantenía a flote, ambos se profesaban un amor incondicional.

Una lectura muy interesante, que recomiendo a los amantes del género, estoy segura que lo disfrutarán. Un libro en el que se ha cuidado hasta el más mínimo detalle.
Y es que mientras avanzaba por sus páginas podía sentir la ilusión, el miedo, la indignación, la desesperanza, el amor, la rabia y es que durante buena parte del libro las emociones son tan potentes como la acción que se desarrolla en sus páginas.