Soy leyenda

Nos encontramos en 1976 y la invasión de una bacteria ha convertido a la humanidad en vampiros. Robert Neville, nuestro protagonista, pasa las horas tratando de sobrevivir por las noches a los ataques de los monstruos, con la esperanza de encontrar una cura o a algún ser humano durante el día.

“Y antes que la ciencia hubiese destruido la leyenda, la leyenda había devorado la ciencia y todo lo demás”.

He visto la película 5 veces, pero no había leído el libro. ¿Por qué? Pues por algo que nos pasa a muchos al haber tanto y tan bueno por leer: retrasas esa lectura. Postergar “Soy leyenda” es un error enorme, porque cualquier parecido con la película es pura casualidad. Así que me puedes clavar una estaca en el corazón como castigo, pero antes déjame que te cuente algunas cosas más de esta joya.

“La normalidad es un concepto mayoritario”.

El horror en esta novela no está en el exterior, donde los vampiros acechan hambrientos, si no dentro, en la cabeza de Neville, en un soliloquio permanente, en la lucha de un hombre que lo ha perdido todo. Lo único que le queda es su humanidad y se intenta aferrar a ella para poder mirarse a un espejo que se rompe a pedazos, para no naufragar en un barco de pensamientos autodestructivos.

Matheson nos lleva al abismo de la condición humana, en un proceso de deshumanización inevitable, donde la soledad y la obsesión son un ritual y la rutina se convierte en el único punto de apoyo que ancla la cordura a la realidad. Es la espiral del ser que todo lo engulle en una vorágine hacia lo inevitable… Porque al igual que Neville, acabarás deseando todo y su contrario. .

Hay 3 tipos de maestros: el primero es el que nos dice que hay un camino; el segundo te coge de la mano y te lleva al borde del abismo; el tercero, el verdadero y definitivo, es el que una vez allí te empuja al vacío.

Solo espero que cuando termines el libro le des las gracias a Matheson. Deja que te empuje, no te resistas. Yo te espero abajo.