Esta novela es una novela bonita, de esas que te dejan con una sensación de corazón calentito. A mí, personalmente la forma de escribir de
María Martínez me gusta mucho, es sencilla y adictiva, por lo que este libro se me hizo muy fácil de leer. Es uno de esos libros para leer después de una novela pesada, ya que esta es una lectura ligera, pero no por esto es una lectura vacía. En esta novela se trata el rencor y lo necesario que es el perdón de una manera muy bonita. La relación amorosa me parece una relación bonita y sana, y la relación de la protagonista con sus hermanos de amor incondicional me gusta también mucho.
Lo único que no me gustó tanto de este libro es que es bastante predecible y que tiene un patrón bastante parecido a alguna de sus otras novelas, los protagonistas están bien y enamorados, pasa algo ajeno a ellos (un problema familiar) que los hace distanciarse y se vuelven a arreglar al final, el mismo patrón que su otro libro Cuando no queden estrellas que contar, a pesar de esto es un libro que me gustó y recomiendo su lectura.