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Irene y Jacobo son una pareja que no está pasando por su mejor momento. Ella dejó de trabajar al quedarse embarazada, y años después, él pierde su trabajo. Después de muchas penurias enconómicas, deciden volver al pueblo de Irene, para empezar de cero, junto con su hija Miriam. Un día, un grupo de desconocidos entra en la casa y mata a Irene, dejando a su paso terriblemente herido a Jacobo. Y no digo más de la trama, pero es un thriller que cumple estupendamente. Quizás no sea el colmo de la originalidad, a estas alturas es complicado encontrar cosas muy diferenciadas dentro del género, pero cumple su función: es adictivo, los personajes tienen carisma, la tensión va in crescendo y tiene bastantes momentos sorpresivos. Me interesaron mucho los dilemas que trata, como el debate de los delitos juveniles. Pero lo que más me gustó es esa descripción tan cruda de los pequeños pueblos, donde todos se conocen, pero realmente nadie sabe la mierda que esconde bajo la alfombra el vecino. Hay escenas,en relación a esto, que me encantaron. El final, me gustó un montón, y, para mí, en este género es clave que el final sea de mi agrado. ¿La pena? Pues esa falta de originalidad, que no me ha aportado nada nuevo. Pero como he dicho, en el resto, cumple. Esta es la segunda novela de Agustín Martínez y ahora tengo muchas ganas de leer la primera. |
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