Absolutamente visceral. Venganza cómo sentimiento único. Sentimientos llenos de rencor de generación tras generación. Una casa, tres generaciones de mujeres, fantasmas entre las paredes y los del pasado que carcomen desde las entrañas. Un profundo odio cargado de tripas, sangre y un pequeño matiz de corazón entre tanta rabia. Narrado a varias voces, cada una con su versión de lo vivido, y de los hechos. Su visión de la vida, el desarrollo de cómo viven, y esa casa, justamente, esa casa como protagonista. Terror doméstico con esa España profunda, ingredientes que han hecho que disfrutara aún más de esta novela. Los Santos, el malfario, y esas tantas cosas que yo también vi hacer a mi abuela en su día.Las creencias, las supersticiones y las personas que dicen estar presentes pero que en realidad, sólo nos regalan su ausencia, aún necesitándolos, y esa diferencia de clases, las apariencias y el miedo. ¡Brillante! Un librazo es lo que ha creado Laila Martínez con esta novela tan brutal. Ciertamente debo recalcar lo mucho que he gozado con esta historia, y la tremenda resaca que deja. |