Nuestra existencia avanza a trompicones entre prueba y prueba, entre análisis de sangre y análisis de sangre, como si nos hubiesen puesto en animación suspendida.
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Nuestra existencia avanza a trompicones entre prueba y prueba, entre análisis de sangre y análisis de sangre, como si nos hubiesen puesto en animación suspendida.
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Resulta más fácil continuar avanzando con un optimismo ciego que dudar de uno mismo, detenerse y hacer autocrítica.
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El envejecimiento es una enfermedad con sus mecanismos específicos, y no hay ningún mandato divino que dictamine el deterioro de nuestro cuerpo.
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No estoy luchando contra el cáncer, sino contra mí mismo y contra los efectos secundarios del tratamiento.
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Envejecer requiere —al menos en principio— una mentalidad diferente de cuando eres joven: como las cosas sólo pueden empeorar, nos conviene aprovechar al máximo el presente, tratar de vivir más en él.
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¿A qué se debe que sólo en la vejez, cuando estoy más cerca de la muerte, haya llegado a entender mucho más sobre mí y mi pasado? Somos como pequeños barcos que nuestros padres lanzan al océano, y navegamos alrededor del mundo, dando la vuelta completa, para finalmente regresar al muelle desde el que zarpamos, pero entonces nuestros padres se han ido tiempo ha.
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Los nombres de personajes en un libro aparecen: