Con un correteo repentino, una rata salió disparada y le pasó por sobre las botas. Maldijo, trastabilló y se bamboleó hacia un costado. La luz de su linterna se agitó, excéntrica, por el costado de la calleja, y por un instante iluminó un zapato de tacones altos, con un pie adentro. La luz vaciló, se afirmó y volvió. Subió desde el pie, por una pierna, y mostró un raspón rojo a través de la rotura de la media de nylon. Siguió avanzando y por último se posó en un revoltillo de perlas artificiales y flores frescas, sobre el pecho de una muchacha muerta.
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