Para nada me esperaba que la historia que se cuenta entre estas páginas fuese de esa naturaleza, pero tras conocerla entiendo perfectamente por qué la autora le dio ese título a la novela. Es una historia de ficción, pero mientras la lees puedes pensar que en realidad se basa en hechos reales y verídicos porque las situaciones que la escritora plasma entre las páginas y los métodos que utiliza para ello, especialmente los recursos sensoriales, hacen que la historia se vuelva tan real que casi puedas tocarla. Prefiero no revelar el tema central del libro porque considero que, igual que me ha pasado a mí, la experiencia se vuelve mucho más sorprendente para la lectora si esta va a ciegas. Lo que sí puedo decir es que es una historia cruda, real y desgarradora. La narradora también es la protagonista de la historia y la novela combina el pasado y el presente a lo largo de la narrativa, por lo que la sensación que transmite es mucho más humana. Además, permite comparar la perspectiva de la infancia con la de la adultez; se aprecia el papel que juega la inocencia durante los primeros años de vida y cómo con la llegada a la adolescencia se abren nuevos horizontes y sensaciones. El lenguaje que se emplea a lo largo de la narración también facilita mucho la lectura, puesto que no utiliza un estilo formal, pero tampoco informal. Utiliza un estilo real, donde los acontecimientos y las descripciones se elaboran con palabras claras y sin dar rodeos. de hecho, apenas hay diferencia entre la narración y las propias palabras de la protagonista, lo cual no solo ayuda a que podamos empatizar con ella, sino también con su historia e incluso podamos llegar a vernos reflejadas en su persona. En definitiva, es una historia sobre la feminidad, sobre la lucha y la desesperación, sobre la determinación y la superación. Pero también es una historia sobre sexo y autodescubrimiento, sobre autocuidado y amor propio. Respecto al estilo narrativo, además de lo comentado anteriormente, la autora incluye fragmentos de citas literarias y de estudios científicos que refuerzan la naturaleza y el carácter realístico de la historia. La forma de combinar los tiempos de pasado y presente mediante los capítulos también facilita muchísimo la lectura, puesto que sabes en todo momento qué parte de la trama estás leyendo. La edición, además, es preciosa. Tiene un estilo abstracto, pero que refleja a la perfección la técnica japonesa a la que se hace mención en el título de la novela: “Kintsugi”. Las líneas doradas simulan el oro en polvo y me atrevería a decir que el dibujo que aparece en la portada está relacionado con el tema central de la obra. Además, toda la cubierta tiene un relieve rugoso que es agradable al tacto y hace mucho más atractiva a la edición. La labor de la editorial para con este libro, por tanto, ha sido impecable. Se nota el esfuerzo y el esmero depositado en la elaboración y publicación de este ejemplar. + Leer más |