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Crítica de EmilianoPD


EmilianoPD
06 September 2022
Maquiavelo tuvo una vida agitada, víctima de una constante fluctuación en el favor de los poderosos. Esto es un reflejo de la increíble historia de la península itálica en su época, y más aún en su Florencia, con personajes como los Médici y Savonarola agitando al pueblo. Renacimiento: tal vez mi etapa histórica favorita, y la que me resulta más complicada de entender. Lo que sí es claro es que Maq escribió El príncipe, y lo dedicó "al magnífico Lorenzo de Médicis" para, en sus propias palabras, "congraciarse" con el favor del poder político.

Interesante en extremo me resulta a mí el contexto de El príncipe en la Historia de las ideas. Lo que hace este libro un clásico imperecedero es que inicia (de un modo tal vez un tanto burdo) la Política como Ciencia social. Todos los escritos anteriores que han llegado hasta nosotros presentaban la Política como la compañera de la Ética, aplicada a nuestras acciones en la esfera de la sociedad en su conjunto, por lo que juzgaban o calificaban los regímenes políticos según se adecuasen al ideal del Bien entendido en un sentido moral. Es ya un (feliz) lugar común la expresión Autonomía de la política para referirse a este camino aquí abierto: la bondad de las acciones políticas debe medirse por su adecuación al fin, por su utilidad para conservar la armonía en el Estado.

También debemos destacar que es el iniciador del concepto de Estado: una nación soberana con leyes propias y, aún de mayor importancia, el que sostenga que estas leyes que estructuran el Estado no proceden de la Naturaleza ni de Dios(es). Este origen divino o "natural" de las leyes es la justificación omnipresente en toda la Edad Antigua y Media (salvando a los sofistas de la Atenas del V a.C., y tal vez otros autores censurados hasta la aniquilación). Siempre se buscó fundar los gobiernos, y resultaba muy firme el indicar que procedían de la voluntad de Dios o que procedían de la Naturaleza (inmutable). Maq rechaza esta trampa, este buscado engaño y es esto, a mi modo de ver, lo que le da el carácter fundacional del pensamiento moderno.

Hay que decir también que, como toda Ciencia social (y más aún en estos primeros balbuceos), encontramos la expresa y patente dificultad de analizar en qué consiste el ser humano, en dirimir cómo somos, hombres y mujeres, cómo nos comportamos "de modo natural/habitual". Todas las afirmaciones que hagamos sobre esto no dejan de ser interpretaciones, más o menos logradas, y de estas interpretaciones surge el sesgo por el que propondremos un régimen político, o calibremos los regímenes existentes como más o menos adecuados. La interpretación de El príncipe es totalmente pesimista, demoledora: abandonad toda confianza.
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