InicioMis librosAñadir libros
Descubrir
LibrosAutoresLectoresCríticasCitasListasTest
>

Crítica de Guille63


Guille63
01 March 2024
La novela plantea uno de esos problemas irresolubles que devienen de lo problemático de nuestra naturaleza. Como no sería capaz de expresarlo mejor, traigo aquí las palabras que Vargas Llosa recogió en el prólogo a mi edición refiriéndose a los instintos: “aunque su presencia siempre entraña un riesgo para el individuo y una amenaza de disolución y violencia para la sociedad, su total exilio empobrece la vida, privándola de aquella exaltación y embriaguez —la fiesta y la aventura— que son también una necesidad del ser”. A la cabeza de esos instintos “peligrosos” están los que tienen que ver con la sexualidad, sobre todo cuando el objeto del deseo es moralmente inaceptable.

“Porque la Belleza, Fedro, tenlo muy presente, solo es a la vez visible y divina, y por ello es también el camino de lo sensible, es, mi pequeño Fedro, el camino hacia el espíritu. Pero, ¿crees acaso, querido mío, que algún día pueda obtener la sabiduría y verdadera dignidad humana aquel que se dirija hacia lo espiritual a través de los sentidos?¿O crees más bien (te dejo la libertad de decidirlo) que es éste un camino peligroso y agradable al mismo tiempo, una auténtica vía de pecado y perdición que necesariamente lleva al descarrío?"

A estos problemas se tiene que enfrentar Gustav Aschenbach, un famoso hombre de letras, dotado de talento y, no menos importante, de una férrea voluntad, una severa disciplina y una gran ambición. Sus problemas de salud lo aislaron muy pronto del mundo impidiéndole disfrutar del “despreocupado abandono de la juventud”, quizá por ello, su palabra predilecta fue desde siempre «resistir», un lema que marcó su carácter y su obra. Los héroes de sus libros encarnaban la figura de San Sebastián: mantenerse firme pese “a la aflicción y a los tormentos, pese a la miseria, al abandono y la debilidad física, pese al vicio, a la pasión y a mil impedimentos más”. El heroísmo de sus personajes era el de la debilidad, el heroísmo de los que lograban imponerse a sus vicios y penalidades.

“Para que una obra espiritual relevante pueda tener sin demora una incidencia amplia y profunda, ha de existir una secreta afinidad, cierta armonía incluso, entre el destino personal del autor y el destino universal de su generación”

En su madurez, la obra de Aschenbach se había decantado “hacia una especie de paradigmática solidez, de trasfondo tradicional bien pulimentado, conservador, formal y hasta formalista”. El autor había aceptado un título nobiliario y sus obras se leían en los colegios, pero él se sentía insatisfecho con su trabajo actual y pensó que un corto viaje le infundiría las fuerzas que necesitaba para reavivar su obra.

“Con asombro observó Aschenbach que el muchacho era bellísimo”

Qué mejor decorado que la bella y decadente Venecia para situar el retrato de una decadente sociedad y asistir a la decadencia de un hombre enfrentado a su última lucha: unos deseos y una pasión de los que siempre había abominado.

Una pasión que, por un lado, se transmitió rápidamente a su apagada vida y a su faceta creativa…

“Nunca había sentido con mayor dulzura el placer de la palabra ni había sido tan consciente de que Eros moraba en ella, como durante esas horas peligrosamente exquisitas en las que, sentado a su tosca mesa bajo el toldo de lona, en presencia de su ídolo y con la música de su voz en el oído, dio forma a un breve ensayo inspirándose en la belleza de Tadzio, una página y media de prosa selecta cuya transparencia, nobleza y tenso y vibrante lirismo habrían de suscitar, poco después, la admiración de mucha gente…”

… pero de los que se sentía dominado,…

“Así, víctima de su extravío, no sabía ni quería otra cosa que perseguir sin tregua al objeto de su pasión, soñar con él en su ausencia y, a la manera de los amantes, dirigir palabras tiernas a una simple sombra.

… le inclinaban a extravagancias y preocupaciones de las que en otro tiempo se habría avergonzado, …

“A la vista de la juvenil tersura que lo había embelesado, su cuerpo senescente le daba asco; la visión de sus cabellos grises y los perfilados rasgos de su rostro lo sumía en la vergüenza y la desesperanza”

… abocándolo a una amarga situación de la que ya no había vuelta atrás.

“… quien está fuera de sí nada aborrece tanto como volver a sí mismo… la idea de volver a casa, al ámbito de la prudencia y el discernimiento, de la fatiga y el esfuerzo que aspira a la maestría, le repugnaba a un grado tal que el rictus de malestar físico contrajo su rostro”

Una maravilla de lectura, bella, profunda, brillante.

P.S. He releído la novela en el ejemplar que conservo de Círculo de Lectores en su Biblioteca de Plata. Una colección, como muchas otras de Círculo, fabulosa en su edición, con fotografías, la semblanza biográfica del autor y unos prólogos maravillosos de Vargas Llosa que después fueron reunidos y publicados en su libro «La verdad de las mentiras». Compré bastantes ejemplares en su día, y alguno más después en las plataformas de segunda mano en la que se pueden encontrar por precios irrisorios, y me gustaría dedicarle aquí este pequeño homenaje.
Comentar  Me gusta         90



Comprar este libro en papel, epub, pdf en

Amazon ESAgapeaCasa del libro
Apreciaron esta crítica ()(9)ver más