Pedazo de verborrea que tiene este autor. Más allá de lo que cuenta es el cómo lo cuenta. Qué ritmo tan frenético y a la vez tan profundo y tan lleno de reflexiones, te deja sin aliento. Todo transcurre en un día, en diecisiete horas, y hay que ver lo que dan de si ese puñado de horas. Como el mismo protagonista de la historia nos dice en un párrafo: " mucha pólvora verbal, iba a reventar el castellano para abrirlo como un árbol en todas direcciones..." Y tal cual, lo revienta, vaya que sí.
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