Quise evitarlo, pero no pude: me quedé mirando embobada lo bien que le sentaban los pantalones. Le hacían lo que en mi pueblo se conocía como un "culo melocotón".
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Quise evitarlo, pero no pude: me quedé mirando embobada lo bien que le sentaban los pantalones. Le hacían lo que en mi pueblo se conocía como un "culo melocotón".
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-¡Tendrías que ver las maravillas que hace con esas manos! -comentó Andrea en un intento de seguir participando en la charla y no terminar desconectada. Pretendía ensalzar mis virtudes artísticas, pero dicho así parecía referirse a otro tema y con segundas. -Estoy seguro que muchas. -Lucas se bajó las gafas y se mordió el labio inferior de tal forma que me atraganté con la bebida. Lo estaba haciendo a posta para hacerme rabiar. |
-En este mundo no existen las coincidencias... -dijo Lucas mientras apuraba su batido. En el vaso podía verse que ya quedaba más hielo que líquido. -... solo lo inevitable -añadí yo. Lucas había introducido de forma natural una frase de uno de mis animes favoritos: Sakura, Cazadora de Cartas de CLAMP. Me sorprendió porque el shoujo no solía ser el género más visto por los chicos. |
Algo en él me atraía y me incomodaba a partes iguales. Teniendo en cuenta que era la primera vez que lo veía, eso decía mucho de él y de mí. Estaba como un gato panza arriba, buscando defenderme ante todo y ese día, él era mi ratón.
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Y menudos ojos... Eran de un verde brillante y estaban enmarcados por unas pestañas negras y rizadas. Lo primero que pensé fue que se había aplicado Rimmel, pero deseché la idea cuando escruté el resto de su cara. No era maquillaje, estaba al natural. Se trataba de un chico moreno con el pelo ligeramente peinado hacia atrás con gel fijador, de boca carnosa y mandíbula cuadrada con barba de un par de días. Era de altura considerable, un par de años mayor que yo y estaba para mojar pan y rebañar el plato.
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Nos detuvimos ante un semáforo que estaba en rojo. Entretanto esperábamos a que cambiase a verde, intenté mentalizarme que dependía de mí estar o no relajada y disfrutar de aquella tarde. Carpe Diem, me recordé. Era el lema que estaba intentando aplicar en mi vida en las últimas fechas. Aunque por desgracia, no siempre lo conseguía.
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En un intento de animarme, me habían presentado a un amigo distinto cada fin de semana desde entonces. Por si te interesa, me decían. Pero ellos no entendían que era demasiado pronto para rehacer mi corazón y darle la oportunidad a alguien de no decepcionarme. Todavía no. Quizá en un futuro no muy lejano me plantease esa opción, pero prefería tomarme las cosas con calma.
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Escribió un libro titulado "De lo espiritual en el arte"