Las flores de Hiroshima

¿Cómo íbamos a olvidar Ohatsu y yo que hace quince años las radiaciones atómicas nos atravesaron hasta los huesos? Somos hijas de la bomba, y nuestros hijos lo son también. Estamos taradas, y lo estarán de igual modo nuestros descendientes, por generaciones enteras.

De pequeña, decía todo lo que me pasaba por la cabeza; pero a los seis años mi madre me enseñó ya buenos modales. Y me pregunto qué es mejor, si decirlo todo, como hacen los occidentales, o guardar en secreto lo que se piensa.

¡Ah, cómo me gustaría poder estrecharla entre mis brazos, poder abrazarnos, como aquellas dos extranjeras que vi una vez en la estación de Tokio! Pero los japoneses no dejamos que se exteriorice nuestra tristeza. No obstante nuestras dos miradas se comprenden...

Cultiva las flores de tu espíritu y perfumaran al mundo.