Estuve a punto de darme la vuelta y seguir mi camino, pero, por suerte, no lo hice.Si me hubiera marchado, ahora no estaría contando esta historia. Cerré los ojos, empujé la puertay allí estaba Jimi detrás del mostrador, con unas gafas de leer que sostenía en la punta de la nariz y con mucho menos pelo que veintitantos años atrás. Pero era inconfundible.
|