El palazzo inacabado: Arte, amor y vida en Venecia: 112

Luisa Casati, Peggy Guggenheim y Doris Castlerosse son el trío de icónicas mujeres que en aquellos primeros años del siglo XX exprimieron la vida al máximo tratando de buscar la felicidad fuera de ellas mismas: hombres, sexo, dinero, arte... Tres apasionantes vidas que retrata Mackrell con acierto utilizando los datos de la imponente documentación llevada a cabo en archivos, biografías, correspondencia epistolar y memorias, descubriendo, así nos lo hace saber, lo interconectadas que estuvieron las tres, ya no sólo por haberse instalado en el Palazzo Venier en algún momento o caer rendidas a la atracción que emana la ciudad de los canales, sino por las personas que conocieron (artistas, fotógrafos, políticos, bailarines...) y los sueños y ambiciones que movieron sus vidas.
Una breve introducción cuenta como Nicolò Venier encargó lo que sería un imponente palazzo a mediados del siglo XVIII que por diferentes vicisitudes, entre ellas la invasión de las tropas napoleónicas, no se llegó a concluir. de ahí que llegara a ser conocido de manera burlesca como "Il palazzo non finito" (el palacio inacabado)
Los tres capítulos siguientes están dedicados a cada una de las tres mujeres protagonistas en su empeño por hacer del edificio, una obra de arte imponente, un hogar dónde residir o un refugio donde esconderse. Luisa Casati. Una obra de arte viviente, Doris Castlerosse. La salonnière, Peggy Guggenheim. La coleccionista. Cada título está perfectamente escogido y define de manera magnífica lo que significó el palazzo para cada una de ellas. Pero si hay algo común a las tres es la tragedia, patente sobre todo al final de sus vidas.
Tres mujeres cuyas trayectorias parecen un calco repleto de amor, desamor, soledad, tristeza y dinero, mucho dinero, quizá tan sólo dinero. "Soy tan pobre que sólo tengo dinero", cuenta la leyenda que dijo Cristina Onassis en su lecho de muerte, y algo muy parecido debieron pensar en algún momento de sus vidas estas mujeres, sobre todo Casati y Guggenheim, no tanto Catlerosse cuya afán, siempre fue, precisamente, tenerlo.
Interesantísimo ensayo, muy entretenido, bien escrito, y muy bien documentado, con una Venecia protagonista indiscutible en los primeros años del siglo XX, y como fondo las dos guerras mundiales con todo lo que ello supuso.