El palazzo inacabado: Arte, amor y vida en Venecia: 112 de Judith Mackrell
Luisa había hecho surgir su propia fantasía Belle Époque: un salón revestido de oro, enclavado entre los abandonados muros del palazzo. De aquella vida estética soñada por Luisa, Doris había hecho surgir su moderno salón, tan espléndido y estilizado como un anuncio de Vogue; y del edificio en cuya remodelación Doris había invertido tanto dinero, Peggy, por su parte, había hecho surgir un museo viviente, en cuya mezcla inimitable de intimidad y genio sus queridos terriers Lhasa habían trotado en libertad alrededor de un bronce de Brancusi, y Gegory Corso había bailado su "danza alocada y solitaria" entre habitaciones repletas de Ernsts y Picassos.
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