Cuando tengas miedo, cuenta los latidos de tu corazón para calmarte.
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Cuando tengas miedo, cuenta los latidos de tu corazón para calmarte.
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Dios es una sombra, Dios está dormido, Dios no nos puede ver, Dios nos desampara, Dios no nos quiere (...) ¿Ves? Nadie nos escucha. Dios no existe. Nunca existió.
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El hedor del miedo contamina, todo el que tenga contacto con él se hace vulnerable y, una vez que alguien se adentra en ese camino, es imposible salir. El hedor de la infamia es aún más repugnante, nadie piensa, nadie reacciona.
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La felicidad, al final, es solo un instante, un delirio.
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Su esperanza estaba en el tiempo, la cura de todos sus males.
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Estaba resignada al paso del tiempo, pero no al olvido.
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Demasiado pronto nos alejamos del pasado.
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La vida era como las curvas de los electrocardiogramas, una montaña rusa sin principio ni final.
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La lejanía se abría en el tiempo, no en la distancia.
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Vivimos en las tinieblas, pero puedes estar segura de que al final siempre prevalecerá la luz. No se puede vivir mucho tiempo en la oscuridad.
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Como agua para chocolate