Los renglones torcidos de Dios

Alice Gould de Almenara ingresa en un sanatorio mental no por estar enferma, sino para investigar el asesinato del padre de su cliente, ya que ella es detective privada. Esto solo lo saben su cliente y el director del sanatorio, pues para el resto del mundo es Alicia de Almenara y padece un trastorno psicológico que la ha llevado a intentar envenenar a su marido en varias ocasiones, he ahí la causa de su ingreso.

Una vez en el sanatorio, Alice observa a todos y cada uno de los internados y se encuentra con infinidad de trastornos y enfermedades mentales; unos usuarios están más afectados, otros menos y otros mucho pero con apariencia de sanos. Alice no pierde detalle sin olvidar que su misión es averiguar quién es el asesino del padre de su cliente.

Conforme avanza la trama, la inteligencia de Alice queda patente pero también la duda de si realmente está sana y «secuestrada legalmente» o es una paranoica que se cree detective privada y en realidad nada de eso es real y está muy enferma.

Llevaba años queriendo leer este libro pero no ha sido hasta ahora que han hecho la adaptación en cine cuando le he dado la oportunidad y de verdad os digo que se cuela entre mis mejores lecturas ya no solo de este año, sino de toda mi vida. Para escribir la novela el autor ingresó de forma voluntaria en un hospital psiquiátrico fingiendo una psicosis depresiva, por lo que convivió con los enfermos mentales como uno más. Esto hizo que dotara a sus personajes de las características de las personas a las que conoció y que profundizara en cada trastorno.

Teniendo en cuenta que la obra tiene más de cuarenta años y hay vocablos y expresiones que ya no se usan en el ámbito psiquiátrico, opino que Los renglones torcidos de Dios es una auténtica obra de arte en todos los aspectos. La historia de Alice me ha mantenido en vilo durante toda la trama, pero la profundidad con la que se habla de las enfermedades mentales me ha hecho no querer despegar los ojos de las páginas.

También invita a la reflexión, ya que todavía existen muchos tabúes en torno a la salud mental. En el libro se trata a los pacientes como lo que son, seres humanos con sentimientos, emociones y dignidad, y sobre todo, con mucho cariño y empatía. Como dice el autor en una parte del libro, «la verdadera locura quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca».

Ahora me da miedo ver la película por si no cumple mis expectativas, ya que el libro ha dejado el listón muy alto.

No dejéis de leer este maravilloso clásico del siglo XX si no lo habéis hecho aún.