SUPREMAS VISIONES DE ORIENTE

Y volviendo a Pierre Loti, estas “Supremas visione de Oriente” constituyen todo un canto de amor a Turquía, país al que viajó en repetidas ocasiones y por el que quedó atrapado. El libro está compuesto por páginas escogidas de su diario íntimo, tras sus dos últimas estancias en Constantinopla, en 1910 y 1913.

En estas “Supremas visiones de Oriente” Loti no viaja a Turquía para descubrir cosas nuevas, sino para volver a ver aquello que descubrió y amó en sus viajes anteriores. Entre sus páginas se nos volverá a aparecer el Loti siempre atraído por la cultura, historia, religión de aquel país, y, sobre todo, su gente, con la que llegó a trabar una profunda amistad. Incluso, en la narración se da a entender que hubo una historia de amor con una joven turca que conoció durante uno de sus primeros viajes y que falleció. Su recuerdo aún perduraba cuando volvió al país y quiso visitar su tumba, no parando hasta encontrarla y mandarla restaurar. A esa joven fallecida Loti dedica bellas palabras de amor.

Loti describe magistralmente la degradación de las viejas piedras y las viejas costumbres, mostrando su nostalgia del pasado. Describe de forma genial una ciudad, Estambul, y un país, Turquía, que tuvieron una gran importancia en su vida y en su obra.

Este célebre escritor y viajero vivió entre los siglos XIX y XX, pero al leer sus escritos se nos aparece como un autor actuar. Pierre Loti, lo reitero, era un formidable escritor. No sé, pero hay párrafos en sus libros que me recuerdan enormemente a nuestro Javier Reverte. Nunca, desgraciadamente, sabremos que opinión tenía Reverte de Loti, pero seguro que lo leyó.

Estas “Supremas visiones de Oriente” despiertan en el lector el deseo de visitar esos lugares, pero, claro está, el Oriente que él nos muestra no es el que hoy se conoce.

Pierre Loti ha sido mi descubrimiento de este verano.