Desconocía trama, lenguaje, tono, sentido y humor de esta obra de Santiago Lorenzo. Un libro lleno de costumbrismo, autoreflexiones y descripciones abruptas. Todo empieza cuando, por accidente, el joven Manuel hiere con arma blanca a un policía. A partir de ahí, empieza su huída ayudada por el narrador, familia política lejana que cambia el curso de la propia genética. El libro trata sobre la soledad, sobre cómo aprender a vivir solo y sin nada. ¿Serías capaz? Manuel se traslada -huyendo de la justicia- a un pueblo desierto, abandonado, donde no solo construirá su casa, sino que afianzará una nueva personalidad. He de reconocer que a lo largo de casi la mitad del libro, leía esperando a que pasara alguna cosa. Finalmente, hacia el final llegan los desencadenantes y el ritmo aumenta. No os los contaré por no hacer spoilers, pero lo que esperas durante páginas y páginas acaba por suceder. El último tercio de la novela, para mí, es el más potente. Y ese último capítulo, una auténtica sorpresa. Pese a que esa reflexión sobre la sociedad y su comportamiento es de lo que más se destaca del libro, yo creo que se merece un apartado propio el lenguaje con el que está escrito. Rocambolesco, extraño, liante y lleno de imágenes, es, de verdad, el valor añadido o punto diferencial, todo dependerá de los gustos. A mí, se me hizo pesado al inicio, y me costó entrar en tanto juego de palabras. Luego, acabé enganchada |