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Críticas sobre Los asquerosos (43)
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Alvarohernandez_81
 24 March 2022
Los asquerosos / Santiago Lorenzo

El narrador, que no es otro que el tío político de Manuel, nos cuenta cómo su sobrino intenta sentirse integrado en la sociedad pero por algún extraño motivo no es capaz de conseguirlo. Se siente maltratado y ultrajado por todos los que le rodean "Los asquerosos". Aunque todo cambiará en un santiamén en un portal de la Calle Montera en Madrid cuando es atacado ferozmente por un policía y Manuel se defiende con su destornillador-talisman, que es lo único que tiene a mano. A partir de entonces cambiara radicalmente su existencia.

El libro de Santiago Lorenzo tiene muchos benefactores y suficientes retractores también.Cuando esto pasa es que algo estas haciendo bien. Como decía Salvador Dalí, "Que hablen bien o mal, lo importante es que hablen de mí ".

El autor tiene una escritura enrevesada a más no poder, mezclando cultismos, neologismos y llegando a rozar lo petulante. de hecho alguna frases las he tenido que leer un par de veces para entenderlas. Cuesta un poco acomodarse a su escritura pero una vez que lo haces se agradece esa personalidad propia que le da.

Nos hace pensar en el ritmo de vida acelerado que llevamos, en la España vacía que tanto se habla de ella últimamente y en que muchas ocasiones menos es más.

A mí sí me ha gustado bastante y si es cierto que en algunos tramos se me hizo algo lento y repetitivo, pero en líneas generales muy original, interesante y divertido incluso.

Posiblemente Manuel pensaría que yo también soy un asqueroso y que me parezco a cualquiera de la familia Mochufa. Aun así os recomiendo esta lectura llena de crítica y toques de humor.
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Eleuka27
 11 August 2022
Hace mucho tiempo que tenía ganas de leer al autor y , especialmente, este libro, del que habia visto muy buenas opiniones y la verdad, es que no puedo más que estar de acuerdo con ellas.

Una trama en la que conoceremos a Manuel y el cambio que da su vida de un momento a otro, como por una situación debe huir y esconderse en soledad pero como a raiz de eso se da cuenta de lo que realmente necesita y que cuanto menos, mejor está.

Me ha gustado la forma de escribir del autor, muy característica, que nos adentra en una historia interesante, original y de esas que te atrapa y con una gran critica social, ironia y un toque de humor.

Una historia que me ha encantado y he disfrutado y que me deja con muchas ganas de leer más del autor.
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pasiondelalectura
 23 June 2022
El libro fue adaptado para el teatro en 2020 bajo la dirección de David Serrano y una película está anunciada.

Es un libro divertido y original, una sátira social cruda y acertada con una prosa muy especial del autor, por una parte rica en vocabulario exquisito y por otra parte con una serie de neologismos descacharrantes inventados por él y por momentos una clara « mochufería » con el lenguaje.

Probablemente que su oficio de maquetista le da mucha minucia para los detalles, cierto perfeccionismo. Es también una novela social con una crítica feroz al consumismo a toda máquina, al timo político, a ciertas situaciones disfuncionales, todo esto bañando en una misantropía de Santa Madre.

El protagonista es Manuel, un chico de 25 años con perfil bajo. Vive en Madrid en una ratonera, uno de esos pisos de alquiler barato que llaman colmenas, es el anti héroe por antonomasia.

Manuel se va a meter en un lío tremendo : un día de disturbios sociales, un poli antidisturbios lo amenazará injustamente y para defenderse, Manuel le raja el cuello con un destornillador que siempre lleva consigo. Porque Manuel es un anti héroe, pero es capaz de hacer cualquier cosa con sus hábiles manos.

Manuel sabe que es cárcel segura, pide ayuda a un tío y logra huir, ambos son muy cercanos. El tío será el narrador de la historia. le aconsejará huir de Madrid y esconderse donde pueda durante cierto tiempo.

Manuel huye y por la carretera llegará a un pueblo de la meseta castellana, vacío de gente, ejemplo magno de lo que llaman hoy día « la España vacía » dónde la última crisis hizo vaciarse pueblos enteros, creando un movimiento nuevo conocido como neorruralismo, o la llegada a la campiña de urbanitas maravillados con el descubrimiento de la naturaleza, huyendo de la urbe. al pueblo Lorenzo le puso el nombre ficticio de Zarzahuriel.

Manuel se quedará en una casa abandonada y poco a poco hará de su vida carencial, un nirvana personal gracias a la ayuda logística del tío que le envía pedidos semanales desde un Lidl cercano. Vive allí, acorde con el paisaje, la naturaleza y el clima, cuando, al cabo de un año, se arrienda la casa colindante y luego de un tiempo de trabajos varios, llegan los Mochufas, son los urbanitas en búsqueda de « disfrute » del campo durante los fines de semana, pero que van a pudrir sin remedio la bucólica vida de Manuel, quién, además, debe esconderse lo mejor posible para que no descubran su presencia.

Tenemos descripciones hilarantes de los Mochufas que son citadinos, bastante kitsch, insoportables, ruidosos, equiparando la casa en objetos tan inútiles como el calentador de papel higiénico (los japoneses son más exquisitos porque calientan el inodoro y le ponen música). Los hijos de los Mochufas son insoportables porque berrean todo el santo día. Todos estos son los asquerosos del libro.

Manuel llegará a tal punto de fatiga nerviosa con los domingueros Mochufas, que va a urdir una venganza de tal magnitud, que me dejó estupefacta y que no detallo aquí para dejar incólume lo mejor de la lectura.

El final es moral porque los Mochufas serán muy asquerosos, pero tienen humanidad.
Enlace: https://pasiondelalectura.wo..
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Hefesto
 19 November 2019
En esta novela hay sólo dos personajes: Manuel y su tío político, el narrador de la historia. El resto son los Asquerosos.
A ellos enseguida los amaréis. Os preocuparéis por lo que pueda pasarles e identificaréis mucho de su mundo interior en vosotros. Y será así porque la naturaleza insociable de ambos, tan creíble como alejada de lo políticamente correcto, se convierte en el vehículo perfecto para señalar todo lo que detestamos de la comunidad a la que nos tocó pertenecer, del capitalismo desatado, y del comportamiento estúpido y egoísta de la mayoría. Un comportamiento del que, en mayor o menor grado, todos participamos.

Manuel es un joven inteligente, inquieto e independiente. Anhela sentirse integrado en la sociedad pero, por algún extraño motivo, no es capaz de conseguirlo. Se siente maltratado por todos los que le rodean y la ciudad de Madrid, el único hábitat que conoce, le parece el lugar ideal. Así que ahí es donde, ayudado por la fuerza que le concede su destornillador-talismán, intenta construirse una buena vida.
Pero todo puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos: una tarde, un policía antidisturbios arremete contra él confundiéndole con un manifestante. La violencia con la que es atacado le obliga a defenderse, y a cambiar el rumbo de su existencia. Su tío político, el narrador de la historia, será la única persona con la que podrá contar.

Con un manejo prodigioso del lenguaje, combinando cultismos con lo chulesco, términos olvidados con otros inventados, y sobriedad con ironía, Santiago Lorenzo nos hace amar a dos hombres. Uno que nos muestra lo estúpido de nuestro modo de vida y otro que, siendo consciente de que su tren ya partió, nos inspira lástima al verle intentar aliviar su soledad a través del periplo vital de su protegido. Pero, además, el autor nos sacude violentamente mostrándonos que todo es una gran mentira. Que la felicidad está en otro sitio, que la única riqueza es la posibilidad de disponer de tu propio tiempo y de tu propia vida, que las necesidades que tenemos no tienen nada que ver con las que nos crean, y que incluso tu verdugo puede ser tu salvador.

Hay seres insalvables que llevan consigo el absurdo de la civilización allá donde van. Ellos, como punta de lanza de esa sociedad que nos roba cada minuto y nos hace olvidar lo esencial, han de ser tratados como un agente infeccioso. La resistencia y la venganza de Manuel es la nuestra, la de la parte no contaminada que queda en nosotros.

Tras leer esta novela, lo único coherente que podremos hacer es guardar un destornillador en nuestro bolsillo, y partir hacia el lugar donde podamos ser quien debíamos haber sido.
Enlace: https://elyunquedehefesto.bl..
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Roseta
 13 November 2019
Te levantas por la mañana, agradeces el ruido del despertador del móvil, la cafetera, la ciudad repleta de gente. Personas que van y vienen sin saber muy bien de dónde y hacia dónde. Hablan a gritos a través del teléfono que llevan pegado a su oreja, o guardado en su bolsillo mientras un cable cuelga de su oreja. Sonríes. Es la ciudad en todo su esplendor. Esa preciosidad de ruidos que te llenan cada día: despertarte, salir a la calle; tropezarte con gentes que dejaron de mirar hace mucho tiempo; trabajar, cobrar una miseria; volver a ese piso minúsculo en el que pasas pocas horas, pero por el que pagas demasiado. Tus escasas horas las cubres haciendo cosas, muchas, una tras otra, una tras otra, para que el tiempo se agote rápido, para que el ruido te invada. Hasta que un día…
Manuel, el protagonista de esta novela es un poco así, o al menos eso cree él. En esa vorágine diaria, en ese monstruo de ciudad que tanto ama él, un día decide salir a comprar un objeto con el que sentirse algo mejor, con el que hacer churros, quizá porque echa de menos una infancia que no fue tal. Baja de su escuálido apartamento. La ciudad está alterada y algunos individuos la han tomado por suya, han creído que pueden hacer todo, porque alguien, un día, les dio permiso, les dijo que podían, les animó a sacar ese instinto primario que llevan dentro. Alguien se cuela en el patio, uno de esos, y Manuel sabe que va a caer. Su instinto, el de supervivencia, le hace sacar su destornillador de la suerte y asesta un golpe.
Desaparecer es lo siguiente que ha de hacer. A quién recurrir es algo que Manuel tiene claro: al hombre que se casó con su tía, a la persona con la que ningún parentesco le une. Allí, en la oscuridad de una casa, Manuel tomará lo poco que tiene, urdirá un plan de fuga y escondite, que lo alejará de todo lo que siempre había deseado: gente, trabajo, ruido, pareja, piso, coche, cuenta bancaria… y si hubiera sido posible, hasta hipoteca y plan de pensiones.
Se esconde en uno de esos lugares que llaman de la España vacía; un lugar donde no hay nada ni nadie. Hay que empezar a vivir en un lugar deshabitado, donde los sonidos los produce la naturaleza; en una casa deshabitada, pero con un espacio infinitamente mayor que el anterior habitáculo; sin trabajo, sin casi dinero y con una vida por delante… en silencio. Su única comunicación, su tío, una vez, cada día, a las cuatro de la tarde. Sin embargo, lo que pareció para Manuel una condena se convirtió en una liberación, lo que parecía el fin del mundo se convirtió en el inicio de eso que llaman Vivir (en mayúsculas). Aprendió, solo y aislado, que el tiempo es un bien que no se puede comprar. Quizá el único. En los mercados se vende todo, menos tiempo. Y entonces, cuando Manuel carga con su culpa, aparece, en ese pueblo deshabitado, una familia: los Mochufa. La antigua ciudad de Manuel (como todas las ciudades) está plagada de familias como esta; quizá incluso Manuel fue en algún momento una especie de Mochufa. Ahora no. Ahora los odia.
El lugar perfecto donde esconderse se convierte en páramo y Manuel decide deshacerse de quienes han ido a matar el silencio. Lo logra, de una manera un tanto particular, y después de que lo descubran en su escondite. Momento de inflexión en el que parece que todo se derrumba, se cae. Pero Manuel, un superviviente, sobrevive. Y vuelve a ese lugar deshabitado donde no le falta de nada, donde tiene de todo, aunque no sea ninguna de todas esas cosas que se venden a precio de coste (humano, social y sentimental).
Hermosa historia la que nos narra Santiago Lorenzo en Los Asquerosos. Una novela que aborda un tema ya clásico, el Beatus Ille, tan conocido y tan despreciado por la mayoría; o la forma de vida asceta. ¿Se puede sobrevivir en el siglo XXI así? Aunque más allá del tema, es esa manera de narrar (con neologismos de los de verdad), ese mostrar una forma de estar en el mundo, la que impide que dejes de leer. Muy apropiada la fórmula del narrador que ve a través de los ojos de otro, que especula sobre lo que ocurre en el otro. Un personaje perdido, que ayuda a un ser que se ha perdido por una casualidad. El final sorprende, aunque lo haga arreglando historias que ya no necesitaban arreglarse; aunque lo haga sin encontrar a dos seres en un mismo espacio. Hay libros a los que te enganchas y libros que te enganchan. Este es de los segundos… Aunque le pese al sistema…
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maruxinha1983
 13 March 2022
Manuel acuchilla a un policía antidisturbios que quería pegarle. Huye. Se esconde en una aldea abandonada. Sobrevive de libros Austral, vegetales de los alrededores, una pequeña compra en el Lidl que le envía su tío. Y se da cuenta de que cuanto menos tiene, menos necesita.

Este libro denuncia el problema actual de le España vaciada. Y me parece un tema interesante.

Peeeeeeroooo.... me resultó aburrido, lento, poco creíble. El protagonista me ha caído fatal, además el autor quiere expresar que no necesitamos ni tantas cosas (cierto) ni a personas para vivir (esto último no tan cierto). Manuel me parece que no es una persona equilibrada, está demente y más desde el momento en que vive apartado del mundo. La soledad también es necesaria y sana pero también se debe de tener un mínimo de contacto con el mundo.
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Beatriz_Villarino
 05 October 2020
Una vez terminada la lectura de Los asquerosos llego a la conclusión de que la existencia es un absurdo, como absurdo es el estilo de la novela. Porque la vida no tiene un significado concreto, desde el momento en que las respuestas a las preguntas que nos hacemos no son iguales para todos. En la igualdad (o falta de ella) está la clave. Aunque el hombre es un ser social, puede dejar de serlo con facilidad si se siente apartado por cualquier circunstancia (y las del protagonista fueron bastantes). Asimismo tendemos a respetar fácilmente al otro siempre que su parecer u opinión esté en nuestra línea de pensamiento. Vivimos en grupos, no formando un grupo, distribuidos por la sociedad en la que lo que nos rodea es tolerable, intrascendente incluso, siempre que no nos afecte. Vivimos en una sociedad llena de “asquerosos”, gente estafadora, «Presintió que las reclamaciones se desoían aposta, y así hasta que el demandante se cansara», gente fraudulenta, «el casero estaba haciendo cosas raras con su industria […] se negó a domiciliaciones», gente que abusa de su poder, «La intimidad del portal acendró los ánimos del policía […] le iba a pegar porque sí», gente aferrada a modas incongruentes «Una que no salía sin las joyas llevaba en la camisa el circulito de los hippies», gente superficial, «vivían decididos a parecerse a la gente que sale en los anuncios». Consumidores excesivos, contaminadores acústicos «la sirena rasgaba el silencio […] el móvil […] un taladro doméstico […] la herramienta rompía más los nervios», contaminadores ambientales «Parecían negarse a ver que contribuían a un futuro sucio». “Asquerosos”, adoradores, en fin, del dinero.

Manuel, quien desde niño se ha visto solo en casa por el trabajo excesivo de sus padres, ante los compañeros porque lo veían raro, ante las chicas por su físico no del todo agraciado, es alguien bueno, deseoso de compartir experiencias con los demás, pero un infortunio con un policía desaprensivo, hace que deba huir de la ciudad. Su tío le da todo lo que tiene para que huya. Y llega a Zarzahuriel, pueblo deshabitado sin identificar, de Castilla. Allí se mete en una casa y recibe de su tío mensualmente una compra para subsistir. Además, todas las tardes hablarán por teléfono para comprobar que está bien. Poco a poco Manuel se va adaptando y va siendo feliz en pleno contacto con la naturaleza. Hasta que una familia se instala en la casa de al lado para ocuparla los fines de semana.

Y él, respetuoso con todo, con el medio ambiente y con los seres que lo rodeaban, siente de pronto el horror a la compañía humana. Su placidez peligra, por lo que, acostumbrado a inventar artilugios para sobrevivir, idea la forma de deshacerse de todos.

Con esta actitud promueve el estancamiento social. En principio parece un ser de moral superior; respeta el medio ambiente, de hecho vive casi como cualquier animal en su entorno, sin apenas aseo, ni alimento o ropa inútil, sin ganas de participar en ningún trato humano que desvirtúe su paz. Pero esta superioridad moral queda cuestionada al llegar “los Mochufas”, pues le hacen actuar con mayor inquina y premeditación hacia ellos que la que él pudiera sufrir en algún momento, además juega con la ventaja de que él es invisible a la familia vecina. No quiere mezclarse con el vulgo para mantener su virtuosismo (y su seguridad). Está claro que su infancia influyó sobremanera en su forma de ser; apartado de todos, el desconsuelo de Manuel fue dando paso a la soledad, y el desamparo al miedo que le hace huir, esconderse, autoexcluirse, ser dueño de sí mismo, alguien que no tiene que mostrar nada a los demás. Pero el miedo vuelve con los Mochufas, así que decide seguir siendo imperceptible para ellos hasta que ve la posibilidad de que sean los otros los invisibles. Es la igualdad dependiendo de las circunstancias de la que hablábamos antes.

Creo que Santiago Lorenzo ha construido un relato, en principio original, pero puede cansar un poco por la falta de trama y el exceso de modismos. Más que una novela es la reflexión del tío de Manuel, a quien intuyo como verdadero protagonista, como eje del relato. En su cavilación, nos ofrece las claves interpretativas del mundo. El lector puede reconstruir, a través del despliegue de lenguaje, el pensamiento del protagonista, incluso del autor, que deambulan en una polémica intelectual que se hace eco de la socialización pretendida. Desde una mirada superficial, transmite una honda preocupación por las relaciones personales y por la autorrelación que llegamos a mantener con nosotros mismos, «Con cada céntimo que dejaba de fabricar compraba un minuto de freática paz a estrenar. le parecía muy barato».

Lorenzo incide en su crítica a la ostentación y reflexiona sobre qué hay tras ella, cómo no somos capaces de abandonar la ciudad sin las ventajas que nos ofrece ésta y que funcionan en realidad como incongruencias del progreso «instalaron un dispositivo para subir las persianas dándole a un botón. Otro, se trajeron unos extensores para ejercer los brazos como si los brazos no se ejercitaran subiendo persianas […] unos operarios bajaron una cinta de correr».

En Los asquerosos se especula sobre cómo el hombre ha llegado a carecer de personalidad, a ser un gregario sin ninguna intención de distinguirse sino de formar parte de la masa «Llamaban “cariño” a todo el mundo […] Hablaban muy adscritos a fórmulas predeterminadas […] Decían todo el tiempo “disfrutar”».

Santiago Lorenzo toma distancia y mira al grupo social desde el punto de vista de la naturaleza, una perspectiva desde la que no salimos bien parados «Salía mucho “calidad de vida”, la formulación con la que los desmigados se intentan convencer de que están contentos». Nos rodeamos de circunstancias paradójicas, de una forma de vida absurda que incide en nuestra degradación, a la que arrastramos, antes de tiempo, a los niños, quienes, al eliminarles las posibilidades de ser provechosos, «llegarían a adultos sin conocer la compleja receta del bocadillo de chorizo».

Los asquerosos supone también una llamada de atención para que nos demos cuenta de cómo la sociedad consumista nos anula la capacidad de autosuficiencia, de cómo, por seguir el desenfreno estresante de la ciudad estamos despoblando lugares en los que es fácil la tranquilidad, de cómo, con el tiempo se ha sobrevalorado el falso concepto que tenemos de socialización al ser incapaces de disfrutar en soledad.

En realidad Manuel hipervalora la soledad constante simplemente porque no tenía un objetivo claro, porque no le llenaba aquello que lo rodeaba, porque no había encajado en el grupo, porque era diferente, y esto se vuelve en su contra cuando alcanza su felicidad o, lo que es peor, en contra del único ser que lo ha ayudado. Manuel abandona a su tío, lo hace invisible para continuar él mismo con su propia invisibilidad.

Esta sociedad ansiosa que no está a gusto con nada queda reflejada en el lenguaje mordaz, irónico «Dicho esto se quedó tan jamonuda. de cuál de sus cerdos libros de autoayuda habría sacado una cosa tan bonita».

La crítica feroz se lleva a cabo con un tono desenfadado, ritmo rápido en el uso de palabras, expresiones coloquiales, soeces, burdas, neologismos, arcaísmos o profusión de sinónimos que inciden en el concepto penoso de lo que está refiriendo:

«Cagalera lacrimal, eso sufrí en riada serena»
«Era la suya la puta música para las alimañas del coño y del cojón»
«Una docena de omnívoros de los de genital tapado»
«empercutir», «falansterio», «despresencia»
«piso – camarote interior – viviendita de dimensión de despacho – cuchitril – cubículo – contenedorvivienda – chiscón».

Enlace: https://elblogaurisecular.bl..
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LadyMalpenda
 10 February 2023
Tengo sentimientos encontrados con “Los asquerosos”, por un lado, me ha gustado muchísimo, pero por otro y en algunos momentos, me ha parecido un tostón. Demasiadas palabras ampulosas, demasiadas repeticiones para alargar una historia que no tiene mucho más de sí a nivel narrativo. La historia te toca, te hace pensar y darte cuenta de que en la vida no deberíamos necesitar tantas cosas superfluas para ser feliz. Me he sentido identificada con esa sensación de hastío que refleja la vida de Manuel. Estudios, trabajos precarios, una madurez que por edad te toca, pero que no llega emocionalmente porque la situación no te deja ser dueño de tu vida plenamente. Manuel es un valiente, pero a la vez un cobarde y el mismo acaba convirtiéndose en un asqueroso. Porque si al principio del libro los asquerosos son otros, terminas la última página creyendo que tú también lo eres. Un buen libro sin duda, pero el libro pedía una prosa más ligera y quizás algo más de argumento para no tener la sensación de estar leyendo un disco rayado. Recomendable, sí. Lectura fácil, no.
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Lectoraaratos
 23 February 2022
Vivimos en un mundo acelerado donde prima el consumismo. Un mundo que te deja atrás si no te reinventas y mide tu valía a base de likes.

No disfrutamos los momentos, no echamos nunca el freno y asumimos la felicidad de las pequeñas cosas. Porque queremos vivirlo, tenerlo, saborearlo todo, o no seremos nadie. Es adaptarse a lo nuevo o morir, como cualquier otra especie. Porque somos unos "asquerosos".

Pero queda esperanza. Es posible que haya alguien que se baje del carro, que no quiera más, que le baste con menos, que no dependa de las opiniones de otros, y que pueda ser auténticamente libre. Y si existe se parecerá a Manuel, el protagonista de esta historia que me ha dejado el corazón...

Ésta fue una de mis mejores lecturas de 2020.
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lourdesmateo88
 18 February 2020
Manuel, es el nombre ficticio con el que conoceremos al joven protagonista de la novela. Es el típico inadaptado, de pocos amigos, sin novia y no tiene mucha relación con sus padres.

Él tenía muchas ganas de ir por ahí, de salir en compañía y de andar por Madrid haciendo un poco el gamba, engarzadito en un grupo de amigachos majos, con mañanas de conversación, tardes de callejeo y noches de vasos. Pero no se le lograba, para tortura suya.

Se había pasado la vida buscando el triunfo (amigos, novia) un tío que no quería triunfar. Por eso fracasaba. Fracasaba para su bien, que era lo que él quería: fracasar con la gente y que en consecuencia la gente se le fuera yendo.

Para el que no le conociera, Manuel era un pesado.


Es un auténtico "manitas" que siempre lleva un destornillador en el bolsillo. Un día agrede con el destornillador a un policía antidisturbios que quería pegarle sin motivo. Asustado, huye de la ciudad para no enfrentarse a la justicia y se esconde en una aldea deshabitada. Elegirá una casa de las muchas que hay abandonadas para instalarse y allí se quedará.


En época de garantías legales movedizas, caprichosas y atenidas a intereses de parte, el presentarse en la corte a contar la verdad habría sido un gesto de ingenuidad desorejada. Había que buscar otras rutas.

Contará con la ayuda del exmarido de su tía, que será el encargado de contarnos lo ocurrido. Sobrevive como puede, como si de un Robinson Crusoe se tratara. Allí, estando solo se siente libre y descubrirá que no necesita mucho para vivir y ser feliz, y es que no es más feliz quien más tiene, sino quien menos desea o necesita.

Acometía el día jubilado de todo y de todos, inmerso en su eutanasia social autoaplicada, con la certeza de que no se la había perdido absolutamente nada en absolutamente en ningún sitio, fuera de la cápsula en la que había aparecido como por ensalmo.

Pero un buen día aparecerá un grupo de personas por allí. Se instalaran en la casa de al lado para pasar los fines de semana. Toda su nueva vida y su tranquilidad estarán en peligro. Los llamará "mochuflas", (palabra inventada por el autor) y más tarde asquerosos.

Con un vocabulario peculiar y un tono irónico y mordaz Santiago Lorenzo nos presenta una original historia ambientada en la España vaciada, muy crítica con la sociedad actual del consumismo y del "postureo", esa actitud de adoptar ciertas costumbres o actividades más por aparentar o quedar bien que por una auténtica convicción.

El domingo por la tarde, a eso de las seis, se volvían a sus casas, con expresión de haber quedado transidos de naturaleza e imbuidos de experiencia agreste.

La Mochufla era un compendio de imbecilidades diacrónicas, ridicultura en inflación y memeces seculares, un tesauro de carcomas biográficas y de jodique particularmente propio del tiempo vigesimoprimero D.C. A Manuel, La Mochufla le daba un asco espeluznante.

Aquí coronaron otro de los ochomiles de su soplapollez. Cogerse una casa en el campo para venir a hacer vida rural y pillarse una chica era una cretinada de nuevo rico, de calzonazos de vida de mucho denuedo y mucho mérito...No es ilegal ir a pescar en esmoquín, pero es de ser de un retronormal subido.

Los asquerosos es una crítica de la sociedad actual del consumismo y del postureo, y como dijo el autor en una entrevista en ABC Cultural:

Todos somos, como mínimo, "candidatos a asquerosos".

Enlace: https://lasmilyunahistoriasd..
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