Podría resumir el libro como una novela con buen humor y mala leche, intriga, juegos con el lenguaje y filosofía de vida. Pero en estos tiempos extraños, obligados como estamos a vivir más separados que nunca, el sabor que me ha dejado es potente y contradictorio: puesto que justamente consigue contagiarme su afán por disfrutar plenamente del "desruido total" y el "antisonido" y por valorar la soledad, pero, al mismo tiempo, ha abierto mi apetito para socializar incondicionalmente hablando de "Los asquerosos".
|