Cartas desde Dubái

La vida es como un tsunami que lo arrasa todo cuando le viene en gana

La quería, sí, pero era un cariño forzado, y cuando los sentimientos no son naturales se nota y siempre hay alguien que sale herido.

Normalmente las desgracias no suelen suceder de un día para otro. Al principio solo son pequeños detalles, síntomas apenas perceptibles o a los que no queremos dar importancia de una enfermedad que no se deja ver, pero que poco a poco y lentamente va matándole por dentro. Cuando el mal se decide finalmente a mostrar abiertamente sus fauces es porque sabe que tiene la batalla ganada, que ya no hay nada que hacer.

Hay ocasiones en que se invierte tanta energía, esfuerzo e ilusión en que algo funcione que es precisamente ese desgaste físico y emocional el que condena el proyecto, sea cual sea, al fracaso.

No hay nada más fácil que lanzar un montón de billetes para allanar el camino cuando te encuentras una piedra.

No es lo mismo tener problemas que tener problemas y ser pobres, y todavía es peor tener problemas, ser pobre y no tener amigos que te echen una mano.

Paris y Menelao se hubieran de copas, a lo mejor la guerra de Troya no habría durado diez años.

Te regalo mi tiempo, todo el (all of it), porque sin ti mi tiempo no vale nada.

Hay momentos en la vida de toda persona en los que la suerte, sea mala o buena, aparece cuando menos se lo espera, sin saber de dónde viene ni haberla visto venir, y en solo un instante es capaz de volver toda la existencia del revés

Como si el despojarnos de nuestras ropas también nos hubiéramos despojado de to los que nos hace diferentes para quedarnos solo con lo que nos une.