Cartas desde Dubái de Asunta López
Normalmente las desgracias no suelen suceder de un día para otro. Al principio solo son pequeños detalles, síntomas apenas perceptibles o a los que no queremos dar importancia de una enfermedad que no se deja ver, pero que poco a poco y lentamente va matándole por dentro. Cuando el mal se decide finalmente a mostrar abiertamente sus fauces es porque sabe que tiene la batalla ganada, que ya no hay nada que hacer.
|