Donde no llegan las sombras

Cuatro años. Cuatro largos años han sido los que hemos tenido que esperar para reencontrarnos con la Subinspectora Álex Serra (ahora expolicía). Y la espera ha merecido la pena porque, si tanto la primera entrega de la serie “No hay luz bajo la nieve”, como “El secreto de Vesalio” (historia independiente ambientada en Barcelona a finales del siglo XIX) fueron un auténtico disfrute, “Donde no llegan las sombras” no se ha quedado atrás.

Martina desaparece al salir del colegio. Días después su cuerpo aparece intacto en una poza a cientos de kilómetros del lugar donde desapareció. Semanas más tarde otra niña es asesinada en circunstancias similares. Tras abandonar la policía, obsesionada con la desaparición de su hermana veinte años atrás, Álex Serra descubre similitudes entre las muertes actuales y el caso de su hermana, lo que la llevará a abandonar su retiro para hacerse cargo de la investigación. ¿Podrían ser todas obra de la misma persona?

Llobregat vuelve a ofrecernos todos aquellos elementos que funcionaron tan bien en su anterior novela, mezclando elementos de thriller con pinceladas de fantasía que dan ese toque diferenciador a la historia, rescatando mitos y leyendas que desafían la explicación racional de los hechos.

Álex resulta un personaje de lo más atractivo. Es interesante ver la evolución de un personaje que, a pesar de cargar con una enorme losa a sus espaldas, no deja que ésta llegue a incapacitarla para el desempeño de su trabajo, si no que le sirve de acicate para no rendirse. La desaparición de su hermana como consecuencia de una decisión suya ha marcado su vida, y estos fantasmas del pasado hicieron que se alejase de su trabajo como policía. La historia explora ese sentimiento de culpa y la forma en que afecta a la salud mental el hecho de que la más nimia de las decisiones puede tener el mayor de los impactos el resto de tu vida.

El personaje de Álex presenta además esa forma de establecer una conexión con las víctimas a través del tacto y los sueños. Aunque yo soy más “terrenal” y este tipo de cosas suelen sacarme de la historia y rara vez terminan de convencerme, he de decir que el autor consigue integrarlo en la historia sin que resulte excesivamente disruptivo, lo que es de agradecer.

La ambientación es otra de las grandes bazas de la novela. Los Pirineos y la Vall Fosca, sus bosques y pozas, la lluvia y la niebla, contribuyen a crear una atmósfera opresiva y envolvente en la que la belleza del paisaje contrasta con los peligros y la
oscuridad que esconde. Todo ello sirve de escenario perfecto para los elementos de la mitología catalana y el folclore del lugar (las dones d'aigua, el Papu…) que pueblan la novela.

Intercalados con la investigación policial encontramos capítulos en los que asistimos a las sesiones de terapia de un individuo desconocido que, poco a poco, va desvelando episodios de una infancia muy dura que, conforme va desplegándose, da pistas acerca de la relevancia que va a tener en la resolución del caso. Estos capítulos que profundizan en la psicología del personaje, explorando su psique y sus motivaciones, resultan absorbentes ya que en ellos seremos testigo del nacimiento de la maldad y cómo el conjunto de las circunstancias que has vivido te pueden llevar a actuar de según qué maneras.

“Donde no llegan las sombras” es una fantástica continuación de serie, con una prosa ágil, una trama bien planteada y mejor resuelta, que mantiene la tensión arriba en todo momento y que cumple con solvencia con su misión de entretener.

Álex Serra volverá en una tercera entrega. Solo espero que no haya que esperar tanto tiempo para el próximo reencuentro.