―Víctor Leroux, inspector de seguridad, uno de los buenos entre los mejores de la brigada de gente elegida... Edmond Leroux, oficial primero del servicio antropométrico...
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―Víctor Leroux, inspector de seguridad, uno de los buenos entre los mejores de la brigada de gente elegida... Edmond Leroux, oficial primero del servicio antropométrico...
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—Arsène Lupin contra Herlock Sholmes. Francia contra Inglaterra. ¡Por fin Trafalgar será vengado! ¡Ah, el bribón! No sospecha que estoy preparado y si Lupin espera tu llegada…
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Existen dos hombres en el mundo de los que nada puede extrañarme: el primero, yo; el segundo, usted.
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Ganimard no es uno de esos policías de gran envergadura, cuyos procedimientos hacen escuela y cuyo nombre permanecerá en los anales judiciales. Le faltan esos destellos de genio que iluminan a los Lupin, Lecoq y Sherlock Holmes. No obstante, posee excelentes cualidades medias de observación, sagacidad, perseverancia y hasta de intuición.
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Se sospecha de mi buena fe ... ¡de mí!, ¡de mi, que soy el hombre del escrúpulo y de la delicadeza!
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Como detective, no creo que haya existido jamás otro parecido. Solamente tengo una ventaja sobre él, y es que él ataca y yo me defiendo. Mi papel es más fácil.
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Encuentro extraordinariamente gracioso que, en la aventura que nos ocupa, sea yo el genio del bien, que socorre y salva, y usted el genio del mal, que lleva la desesperación y las lágrimas
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¿Y sí por azar la herida fuese mortal? Piensa en tus remordimientos, desgraciado. ¡En tu vejez envenenada!
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He querido dar a nuestro encuentro la mayor publicidad posible a fin de que su derrota fuese universalmente conocida, y que a ninguna otra condesa de Crozon ni a ningún otro barón D'Imblevalle le diese la tentación de solicitar su ayuda contra mí
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Sholmès no pudo evitar el sonreirse y admirarle. iQué desbordamiento de vida! ¡Qué alegría juvenil y espontá- nea! ¡Y cómo parecía divertirse! Se hubiera dicho que la sensación de peligro le causaba una alegría física, y que la existencia no tenía para este hombre extraordinario otro fin que la búsqueda de peligros para gozar conjurándolos.
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¿Cuál de los siguientes libros fue escrito por Gustave Flaubert?