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Leer a Ursula K. le Guin siempre es un placer, no siempre es sencillo -eso sí-, pero no hay lectura suya que no sea actual, certera y que no te haga pensar. Eso pasa con "El nombre del mundo es bosque", un relato de 1972 que nos habla de colonización, de destrucción, de creencias supremacistas, de naturaleza maltratada, de formas de entender el convivir dentro de ella. Es un libro que habla de vida y de comprensión. al estar escrito en 1972 no se puede evitar pensar en la guerra de Vietman, pero no hemos avanzado tanto como para no pensar en otras situaciones actuales. Habla también de como estamos interconectados, no solo entre nosotros, si no con el resto de seres que habitan en nuestro planeta Tierra (quizás debiéramos llamarle Agua). Es una lectura que, a mí, me ha remitido a "La mano izquierda de la oscuridad" por la relación de dos de los protagonistas y el constante homenaje a la antropología -profesión del padre de le Guin; su madre fue experta en indios americanos también-. No puedo evitar pensar en la Amazonia y en lugares muchos más cercanos a nosotros. Y esto se escribió en 1972. Llegamos ya tarde... estamos en ese punto de no retorno ya. Se dice en el texto que en la Tierra ya solo quedan ratas, únicos animales que sobreviven. |
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