Este si que es el arquetipo de la femme fatale. Por completo. Si ustedes me siguen desde hace unos años por redes, saben que ya había leído la historia de Carmilla y me había gustado mucho. Todo el asunto de la figura del vampiro trasladado a una mujer era intrigante, seductor y un poco apartado al mito que estableció Drácula en su momento. A pesar de ello, lo disfruté mucho, y admito que esta segunda lectura no fue la excepción. Es más, en la relectura encontré algunos elementos en los que antes no había reparado. Primero, la supuesta madre de Carmilla y la forma tan rara en que deja a su hija con la familia de la protagonista. Vamos, eso fue raro, ¿En verdad no sospecharon la chica y su padre que pasaba algo malo? También están las excentricidades de la joven, lo que despertaba en la prota y el evento de su desaparición nocturna. Todo eso eran red flags andantes, pero ayudan muy bien a que se mueva la trama, así que, ¡muy buen libro! |