La princesa de hielo

Esta primera parte de la larga saga de la escritora sueca comienza muy bien, con un suicidio que no es lo que parece. Pero según va avanzando, los personajes importantes, un policía y una escritora que se debe aburrir mucho y le gusta meterse en todos los jardines, se van olvidando de hacernos partícipes de las pistad que van encontrando.
Yo tenía una hipótesis, que, debo decir, estaba muy bien construida, y hasta casi el final no me he visto en la necesidad de admitir que estaba equivocada, y confieso que eso me ha sentado muy mal, porque si hubiera tenido toda la información, no me hubiera hecho tantas ilusiones.
La ambientación es magnífica, he llegado a sentir frío, y eso que ahora mismo estamos a cerca de 30 ºC. Pero el desarrollo me ha parecido muy poco creíble. No tengo ni idea de cómo será en Suecia, pero en España puedo aseguraros que entre las cosas que hace Erica, y la investigación tan fuera de lo corriente de Patrik, los que hubieran acabado en la cárcel hubieran sido ellos, no el asesino, ya que su abogado no tardaría ni diez minutos en declarar la manera de conseguir las pruebas totalmente ilegales.
Me ha gustado mucho la historia secundaria de Anna, la hermana de Erika, y aunque me han dado de darle un par de collejas, es una subtrama con mucha fuerza que puede desarrollarse muy interesantemente en el futuro, aunque no me crea mucho la relación de “amor” que de repente surge entre los protagonistas, tras una noche, por muy apasionada que haya sido.
Curiosamente, un personaje que me ha gustado mucho, ha sido una mujer que aparece solamente unas líneas en un capítulo, pero es la que más risas me ha sacado, la antigua propietaria de una pastelería que es testigo de algo importante.
En definitiva, es un libro que se lee rápido, que engancha al principio pero se va deshinchando, para llegar a un final que me ha gustado menos que lo yo tenía planificado en mi cabeza, lo recomiendo para pasar el rato, pero no esperéis que sea la mejor lectura del mes.