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Crítica de Celia_0504


Celia_0504
12 June 2023
Cuando empezó este 2023, como todos los años me hice una lista mental de libros que me gustaría leer en ese año. Una lista que la mayoría de los casos no cumplo del todo. Un ejemplo de esto es que “Como Agua Para Chocolate” es un libro que en años anteriores estaba en la lista, pero nunca me animaba a leerlo pese a las ganas que le tenía. de ahí que cuando se eligió esta novela como lectura conjunta de junio dentro del grupo de Las Chicas Foenkinos me lleve una gran alegría (como se ve no todo va a ser en esta vida David Foenkinos). Además de que leer con estas chicas es un lujazo, estoy muy contenta de haber hecho esta lectura como LC con ellas. La prosa de la autora pide ser leída poquito a poco, saborearla como se hace con un buen plato. Y leer por metas obliga a ello, ha hecho que este disfrutando como creo que se merece esta lectura. Esperaba mucho de ella y ha sobrepasado mis expectativas. Especialmente porque llevaba como tres meses sin leer algo que me emocionase o me gustase especialmente, que lograse prender algo dentro de mí. Y esta especie de sequía ha llegado a su término con esta belleza literaria que es “Como Agua Para Chocolate”.

La novela nos traslada al México de los años de la Revolución, al rancho familiar de los de la Garza. Cuenta la historia de Tita, quien como tercera y última hija de la implacable Mamá Elena, está condenada a no casarse nunca para poder cuidar a su madre hasta que muera. Es por ello que se verá obligada a ver como el gran amor de su vida, Pedro, contrae nupcias con su hermana Rosaura, ya que según él, es la única manera que tiene de estar cerca de su amada. Será en el arte de cocinar; en las recetas que aprendió de la entrañable cocinera Nacha; en los olores y las especias que matizan el ritual de prepara la comida, donde Tita encontrará un refugio y una forma de manifestar todo su fuego interior y sus penas y alegrías, para bien y para mal.

Desde prácticamente la primera hoja, este libro me conquistó irremediablemente. Es una historia muy sencilla, pero que se convierte en algo más complejo y profundo gracias al buen hacer de su autora. Me encanta lo original y sencillo que es a la vez aplicar recetas de comida ya no solo como hilo conductor de la narración, tan bien como medio para hablar de lo que pasa en la historia y de las emociones de los personajes. Cada receta abre cada uno de los doce capítulos en los que se divide la obra, y marcan los momentos vitales más importante de Tita. Todo eso le da a la narración un toque muy personal y a la vez muy cercano, ha hecho que todo lo que he leído me haya permitido conectar tan bien con los personajes.

La autora tiene una pluma preciosa, logra hablar de sentimientos y sensaciones de una forma tan increíble que casi parece que puedes tocar todo eso con las puntas de los dedos. Y no solo eso, también consigue plasmar los olores y los sabores de una forma que es casi plástica. Creo que si no se incidiera en esto, la novela no funcionaría también. Y es que la cocina es un personaje más para Laura Esquivel, ya no solo como el vehículo que tiene nuestra protagonista para expresar sus alegrías y sus penas, o la pasión devoradora que siente hacia un Pedro que, personalmente, me parece indigno de ella (pero eso es otra cuestión que tratare más abajo) y el como se siente oprimida por las convenciones sociales que su madre esgrime contra ella como una vara de acero. Me parece muy inteligente la forma que tiene Laura Esquivel de usar un espacio tradicional y netamente femenino como la cocina y el hogar para hacer que el personaje se exprese, que manifieste a partir de ahí toda su entidad propia y fuerza. Como hace que la historia y la cocina sean una sola gracias a la estructura en la se que articula la novela, la cual es narrada en el futuro por un familiar de Tita a partir del recetario de esta.

Y además, usa un mundo tan humilde y a la vez tan complejo y laborioso para hablar de cuestiones sociales y feministas, para criticar como las convenciones sociales impiden a la gente y ser feliz y las oprimen quitándoles cualquier resquicio de libertad y alegría, y para hablar de la sociedad mexicana y de lo que falta de hacer en ella, incidiéndose en su cultura popular. La brutalidad de los acontecimientos históricos y sociales que asolan el país contrasta con toda la ternura, pasión y la belleza de la forma de ser de Tita y su amor por Pedro y la cocina. El rancho y la cocina son a la vez lugares tan pequeños que no pueden contener las ansias de libertad y la sensualidad de Tita, como entornos tan grandes en los que cabe los mil y un sentimientos que la joven va viviendo a lo largo de la obra. Porque la pasión, el sexo y la represión amorosa son temas que sobrevuelan esta historia en todo momento, y que se expresan o se sofocan de mil y una maneras diferentes y poderosas.

De hecho, esta novela me ha recordado en muchos momentos a “La Casa de Bernarda Alba” de Garcia Lorca. Y al igual que el poeta y dramaturgo granadino, Laura Esquivel logra plasmar un microcosmos que es una representación de la época en la que tiene lugar la novela y que esta articulado por las normas y convenciones sociales, en el que se respira un ambiente asfixiante que reprime salvajemente toda pasión y naturalidad. Pero no mata esas sensaciones, solo consigue que cuando salgan sea de una forma espectacular y llena de potencia. Y es que es un ambiente en el que se masca la tragedia pero a la vez la luz y la esperanza. Porque estamos ante una novela de contrastes, de las ansias de Tita de ser libre y de amar contrapuestas a una figura materna asfixiante y a un mundo hostil.

En este mundo de olores y sabores, el realismo mágico se mueve como pez en el agua. Uno puede creerse que Tita sea capaz de confeccionar una colcha que rodea todo el rancho en el que viven; o que la comida haga que las personas sientan aquello que padece su cocinero; o que los fantasmas se pasen por el mundo de los vivos, con la misma tranquilidad que lo hacían en vida, teniendo igual relevancia que cuando respiraban. Una vez más tenemos que señalar que, por medio de la comida el realismo mágico se convierte en algo tan sobrenatural como cotidiano. El microcosmos mexicano que crea Laura Esquivel y está tan nítida y poderosamente trazado que todo eso tiene sentido, es más, si ninguno de estos aspectos la obra no funcionaría tan bien. de todas formas, reconozco que alguna vez tanta receta me saturo un poco. de ahí que agradeciera que en un capítulo ,hacia la mitad de la lectura, la cocina diera paso momentáneamente a la ciencia por medio de formulas químicas. Porque a fin de al cabo la cocina es una ciencia, y la química es cocinar con productos científicos.

Respecto a los personajes, Tita me pareció un personaje entrañable y profundamente humano, de esos que acompañan a una tras haber leído el libro, y no por su personalidad. Es imposible no empatizar con ella por todo lo que sufre. Ha habido un momento durante la lectura que dan ganas de preguntarle a Mamá Elena si ya está satisfecha por haber destruido anímicamente a su hija. Me ha dado mucha rabia y mucha impotencia muchas de las cosas por las que pasaba la pobre Tita. Mamá Elena es un personaje que tiene el aura de un gigante, algo implacable y de hierro. Casi uno siente al leer como va absorbiendo la alegría de Tita con cada uno de sus actos. Es tan mala que da guerra incluso después de muerta. Pero a la vez, es un personaje que tiene muchos matices, en los cuales se ahonda con el descubrimiento de aspectos de su pasado o cuando le toca sacar las garras para defender lo suyo. Eso ayuda mucho a entender porque es la mujer que conocemos ahora, ayuda a que entiendas mejor porque es tan implacable y veas que todo tiene su explicación.

No acabo de pillar al carácter de Pedro, la verdad. Nunca lo hice. al fin de al cabo Tita y sus hermanas viven reprimidas por su madre y las convenciones sociales de la época. Pero lo que hace Pedro de aceptar casarse con la hermana de la mujer que realmente ama, me parece muy de pusilánime, muy de ser un personaje débil e incluso cobardica. Además, Es un personaje que evolucionó de tener un aurea trágica por no poder estar con la mujer que amaba, a convertirse en un hombre totalmente amargado y muy posesivo, e incluso machista. Francamente se me acabo haciendo muy antipático y me hubiera encantado que Tita le enviase a la porra.

Y Gertrudis, por favor, me parece uno de los personajes secundarios más carismáticos que me encontrado en la vida. Entre lo del caballo y lo de los revolucionarios, yo me declaro fan de esta señora.

Todos ellos, para bien o para mal, son personajes inolvidables que se meten en la mente del lector en cuanto lees sobre ellos por primera vez. Sin creíble la manera en que Laura Esquivel los convierte en la representación de algo, y como ese peso es lo que les condiciona dentro de la historia y su participación en la misma.

De todas formas, debo decir el justo en el último capítulo del libro me he encontrado el gran “pero” que le puedo poner,. Y es que el final me ha parecido un tanto precipitado. Hay un salto temporal tan grande que me ha descolocado un poco, pero en sí mismo no me ha parecido mal una vez me he ubicado. Es una forma de decir que la vida continúa, y que se abre paso pese a todo. Pero a la vez que echo en falta que subiera incidido, por parte de la autora, más en lo que pasó en esos 22 años, en cosas que nos cuenta que pasaron y se dieron en ese tiempo. Me parece que hay muchas cuestiones que se pasan deprisa y corriendo, y que a mí me hubieran gustado, pero manejadas con más pausa.

En definitiva, lo unico de lo que me puedo arrepentir es de no haberme animado antes a leer “Como Agua Para Chocolate”. Y ni siquiera eso, porque creo que ha llegado en el mejor momento y de la manera correcta. Me ha parecido un libro maravilloso, y es admirable como una historia que a priori parecía tan sencilla va avanzando a fuego lento como una buena receta, y fluyendo en cada capítulo. El mino y ternura de Laura Esquivel para hablar de todas las facetas de la vida cotidiana de una familia y sus entresijos más recónditos tiene algo entrañable y devastador a la vez . Es una novelas pequeña pero matona, en la que no paran de pasar cosas y más cosas en cada uno de sus capítulos, y en donde la magia y el costumbrismo se vuelven un todo. Una obra que te remueve en todos los sentidos, que nos permite conocer la alegría y la pena a partes iguales, y que termina volviéndose algo muy especial.
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