El gran cuaderno

Dogma. Sequedad extrema. Incomodidad.
No es una broma. El libro que van escribiendo los gemelos, contra viento, espanto y peste, es el que vamos leyendo: directamente de El gran cuaderno en el que van redactando sus vidas para hacerla más llevadera, refugiados de la guerra en casa de su abuela cruel, para contarla.

Hay libros que entretienen, que te conmueven, que te hacen sentir mejor, o reafirmar tu fe en el género humano. Otros parecen decirte Mira qué bien estás tú, cabrito, con tu solomillo y tu Earl Grey y tu champú de aguacate. Yo No voy a seguir leyendo los libros de Claus y Lucas: no tengo interés, a través de tanto dolor y desazón, en saber qué le depara el destino a estos supervivientes, a estos arribistas, a estos intrigantes.

Me parece encomiable, digno de respeto y mérito esta ejemplificación de cómo salimos adelante con las heridas de la guerra (a lo Matrimonio de María Braun, pero en esqueleto) mas no, no es para mí. Adiós, gemelitos.