Ayer

Tobías, reconvertido en Sándor Lester carga con un pasado ruinoso y humillante, una sombra que se apodera de él y se adhiere a su vida hasta convertirlo en un adulto invadido por la soledad y obsesionado con su infancia. Lleva una vida monótona como refugiado en un país extranjero con un trabajo mecánico con el que no se siente satisfecho, a ratos disfruta de la compañía de Yolande, mujer a la que no ama pero con quien parece conformarse. Un día, en el autobús de camino al trabajo se encuentra con una mujer casada y madre de una hija, que proviene del mismo país que él y con quien revive un vínculo que creía ya perdido.

Considerada por la propia autora como su obra más autobiográfica (mención aparte "La analfabeta"), y haciendo uso de un lenguaje extremadamente minimalista consigue elaborar un relato muy equilibrado lleno de tonalidad y carácter. Kristof nos permite desembarcar en una historia en la a pesar de los pequeños momentos en los que el texto nos brinda algo de esperanza para el protagonista por momentos llega a ser sórdida y obsesiva, siempre a la espera de un final feliz para aquel que se aferra durante toda su vida al único momento en el que conoció la luz.
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