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Crítica de Lit


Lit
14 October 2019
Tras cuarenta años de servicio, Bill Hodges se ha retirado dejando varios casos abiertos que lo traen de cabeza. Uno de ellos lo irrita especialmente: el "asesino del Mercedes" arrolló a cientos de personas que hacían cola para conseguir un puesto de trabajo en plena recesión, dejando a varios muertos y heridos a su paso. La investigación quedó estancada rápidamente, sin pruebas que poder seguir... hasta que Bill, quien pasa las tardes viendo la televisión dándole vueltas al revólver de su padre y pensando si acabar con todo de una vez, recibe una carta firmada presuntamente por el culpable de la masacre. Lejos de venirse abajo como el autor de la carta pretendía, el inspector Bill Hodges resurge en todo su esplendor con una sola idea en mente. Da igual que esté retirado, da igual que no tenga la autoridad para ello, seguirá investigando el caso por su cuenta y llegará lo más lejos que pueda antes de llamar a su antiguo compañero y contárselo todo.

La novela está narrada mediante dos voces principales, la del inspector Hodges y la de Brady Hartsfield, el "asesino del Mercedes". El inspector Hodges se desmarca de todos los detectives/inspectores/policías que he podido leer hasta ahora: no solo anda cerca de los sesenta años sino que ha engordado un poco desde que se jubiló seis meses atrás, así que las piruetas no son lo suyo, pero os aseguro que os sorprenderá, sobre todo porque con su personaje se pone de manifiesto lo "descuidados" que pueden ser los inspectores cuando llevan varios casos. Bill no tardará en darse cuenta de que el caso de "el asesino del Mercedes" no estaba realmente estancado, si no que a veces el no tener pistas claras o los prejuicios consiguen nublarle la razón hasta al mejor, por lo que en esta ocasión optará por seguir todas esas líneas de investigación que en un primer momento no se le ocurrieron ni a él ni a su compañero.

Brady Hartsfield es la estrella de esta historia y sí, sabemos desde el primer momento quién es el asesino, pero esto no le resta ningún interés a la historia, Brady se ocupa de ello con su característica personalidad, que me ha mantenido enganchada desde el primer momento. Cuando leemos el primer capítulo todo hace pensar que el crimen estaba planeado con meses de antelación, pero luego conocemos un poco mejor a Brady y nos damos cuenta de que no es así. Caótico e impulsivo, a Brady se le ocurren miles de atrocidades y diversas maneras de llevarlas a cabo... descubre algo que le puede ser de utilidad y lo reserva para el momento justo o se prepara para matar a alguien y en el último segundo cambia de idea y desmonta lo que ya tenía para idear otra matanza totalmente distinta.

King incorpora varios secundarios que solo consiguen redondear esta historia. Jerome no es solo el chico que le corta el césped a Hodges o quien le arregla el Apple cada vez que le da sus problemas sino que a sus diecisiete años está pensando en qué Universidad de élite quiere entrar por lo que Hodges recurrirá a él cada vez que se quede estancado.

La matanza del Centro Cívico tuvo una víctima colateral, Olivia Trelawney, la dueña del Mercedes que Brady robó y que poco después se suicidó. Pero Olivia tenía familia, su madre y su hermana están convencidas de que alguien la incitó al suicidio, aunque parece que sus tíos y prima no tienen una opinión al respecto... pero entre estos personajes Hodges encontrará una importante ayuda.

Hodges tiene ese encanto del inspector que no tiene nada que perder y Brady mantuvo mi curiosidad despierta pues no dejaba de preguntarme como era posible que alguien tan caótico, casi sin planificación, fuera capaz de evadir a la policía de esta manera. Es más, no es solo su manera de actuar en cuanto a los posibles crímenes que pueda cometer, su pasado y su airada respuesta en el presente cada vez que Hodges consigue presionarlo y sacarlo de su zona de confort, hacen de Brady un personaje imprevisible.

Como he dicho al empezar, de no haber sabido quién es el autor, dudo que lo hubiera descubierto pues no he encontrado todo aquello que por defecto relaciono con él: no se anda por las ramas, los protagonistas no divagan interiormente durante párrafos y, sobre todo, King no se explaya excesivamente en escenas truculentas, incluso la escena del atropello es bastante light. Lo único que encontré que me sacó una sonrisa, no porque me hiciera gracia si no porque finalmente encontraba algo propio del autor, fue la enfermiza relación entre Brady y su madre.

Otro punto a favor de esta trilogía es que, aunque los libros comparten personajes y por ello es mejor leerlos en orden, cada libro abre y cierra un caso, así que es posible leer solo un libro y no seguir.
Enlace: http://pajaraslectoras.blogs..
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