Joyland

Si algo nos ha enseñado Stephen King en sus casi 50 años de carrera como escritor es que puede abordar infinidad de temas. Desde el terror, que es el género que más lo representa, hasta la fantasía, la ciencia ficción, la novela negra, o hacer un crossover de varios de estos géneros en una misma novela.
Con Joyland, King hace una cosa parecida, porque debajo de lo que parece una historia tétrica y oscura en un parque de atracciones se esconde una historia tierna, de superación y amistad, que ademas es amena y adictiva, porque si te descuidas, la lees del tirón.

Ambientada en 1973, y con el parque de atracciones Joyland como hilo conductor, King construye una breve pero emotiva novela en la que Devin Jones, un joven universitario que trabajará durante el verano en el parque, se verá engatusado por un suceso acontecido años atrás en Joyland y que captará su atención de tal manera que pondrá su mundo patas arriba. Y esto es solo el pistoletazo de salida a esta historia.

Como dije al principio, a priori la novela parece ser mucho más terrorífica de lo que es en realidad. El misterio del parque sirve como puerta de entrada, por decirlo de alguna manera, a una historia mas profunda en la que nuestro protagonista se hará amigo del pequeño Mike, un niño adorable y al que le cogí muchísimo cariño, y es que King construyendo personajes es sublime, pero cuando son niños los plasma de una manera muy tierna y emotiva, que te hace encariñarte desde el minuto con ellos.

La historia en sí no es que sea nada del otro mundo, pero el enfoque que le da King y su pluma inconfundible consiguen dar forma a una historia que aunque no estará entre mis favoritas del autor se ha ganado un hueco en mi corazón, sobre todo por el dúo de personajes Devin-Mike que son, sin duda, el punto fuerte de esta historia.