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Edgar es un genuino triunfador americano: tiene una importante empresa en el negocio de la construcción y una mujer y dos hijas que le quieren. Pero la vida viene a darle un golpe de realidad. Un accidente con una grúa lo deja sin brazo, con la memoria destrozada, además de una especie de afasia que lo lleva a una rabia que lo mata y que está aprendiendo a controlarla. Después de esto, sin mujer y sin ganas de vivir, su psicólogo le recomienda una cura geográfica: cambiar de localización para un nuevo comienzo, retomar viejos hobbies que le pongan cercas a la noche. Así es como Edgar llega a Duma Key, en la costa de Florida, “¿Es esa?- Por favor, que lo sea, es la que quiero- Lo es, ¿verdad?”. Punta Salmón número 13. Aquí empieza la aventura para nuestro amigo en Duma Key: retoma la pintura como le ha dicho su psicólogo, y da largas caminatas a la playa para su rehabilitación. de lo primero, Edgar descubre que su brazo fantasma le cosquillea cuando quiere pintar, y que al terminar le entra un hambre voraz. ¡Ah! y que además es un fantástico pintor, como si la casa (o la costa, la playa, las caracolas) le hablasen y le dijesen qué pintar. de los paseos a la playa saca unas bonitas amistades: Wireman se convertirá en su mejor amigo, y la señorita Elisabeth -una anciana con principio de alzheimer que es la dueña y señora de la mayoría de la costa- muestra confianza en sus pinturas desde el primer momento, pero sin dejar de aconsejarle en sus momentos más lúcidos que las saque de Duma. Y es que cuando piensas que Edgar es el máximo protagonista de la historia, llega Elisabeth, cuya vida será muy importante para saber qué está pasando: ¿Es Duma Key un simple lugar? ¿Las pinturas pueden ir más allá del lienzo? 700 páginas que me han durado una semana, un tiempo que he pasado inmerso entre viejos caserones y barcos de velas roídas, pinturas surrealistas y su poder destructivo, y la infancia de una niña prodigio obligada a dejar de pintar. Es un libro que rezuma King por los cuatro costados, con la amistad, la pérdida, la enfermedad, el desamor, el arte, lo sobrenatural… cocinándose a fuego lento en una historia bien elaborada y creativa, donde la única manera de seguir adelante es siguiendo adelante. “La memoria es identidad. Tú eres memoria. Incluso desde aquella primera línea, (…) ella había comprendido que la visión y la memoria eran intercambiables, y se había propuesto curarse a sí misma.” |
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